Uruguay despidió con emoción al expresidente Tabaré Vázquez, descendiente de gallegos

Falleció la madrugada del 6 de diciembre a los 80 años / Siempre habló con orgullo de su origen ourensano y mantuvo una estrecha relación con la colectividad

Tabaré Vázquez.
Un momento del entierro.
Los hijos de Tabaré Vázquez portaron el féretro.

La madrugada del domingo 6 de diciembre falleció el expresidente uruguayo Tabaré Vázquez vencido por la enfermedad contra la que tanto luchó, un cáncer de pulmón, dejando su legado como intendente de Montevideo entre 1990 y 2000, y dos legislaturas como presidente de la República, entre 2005-2010 y 2015-2020.

Tabaré Vázquez Rosas cumplió 80 años el 17 de enero pasado cuando estaba en su segundo período como presidente del Uruguay, mandato que entregó a Luis Lacalle Pou el 1 de marzo. Había sido en 1990 el primer intendente de izquierda de Montevideo y en 2004 consigue también convertirse en el primer presidente en la historia del Uruguay electo por un partido de izquierda, el Frente Amplio. Volvió a repetir el mandato en el 2014 ya que no existe en la constitución la posibilidad de ser reelecto en la presidencia.

Cientos de uruguayos acompañaron al cortejo fúnebre.

En el ámbito deportivo Vázquez fue presidente del club Atlético Progreso, del barrio de La Teja, que fundara en 1917 su abuelo José Vázquez que emigrara a principio del siglo pasado desde Vilar de Astrés, en la provincia de Ourense. Justamente el nieto de éste orensano en 1989 alzó por primera vez la Copa Uruguaya de primera división como presidente del club Progreso. En 1957, antes de cumplir los 18 años, Tabaré había fundado el club Arbolito, también en el barrio de La Teja, donde jugó como portero.

Médico oncólogo 

Vázquez terminó los estudios secundarios en el liceo nocturno al tiempo que durante el día realizaba diversos trabajos: en una carpintería, vendía diarios, en un almacén y ocasionalmente hacía vidrieras con un carpintero en las tiendas de su barrio.

El cura Garzetti al verlo jugar en el club Arbolito, le propuso a él y otros compañeros ir a jugar al club Wanderers y como premio le consiguió trabajo en Carrau y Cia, una gran empresa uruguaya fundada por un catalán en 1841.

De esta forma pudo continuar los estudios, ingresando en la Facultad de Medicina en 1963, especializándose como oncólogo. “Algunas instancias familiares me hicieron elegir la cancerología como especialidad” explicaba Vázquez en el libro de Carlos Liscano, añadiendo que “perdí a mi madre, a mi hermana y a mi padre de cáncer en poquito tiempo, del 62 al 68. Entonces me dije: acá tengo un enemigo, acá voy a pelear. Entonces fui médico oncólogo para luchar contra el cáncer”.

Quiso el destino que, tras la muerte de su esposa el 31 de julio del año pasado, se le diagnosticara un cáncer de pulmón. Culminó su mandato a pesar de haber recibido tratamiento oncológico, pero en los últimos meses su cuerpo se había debilitado hasta que a las tres de la madrugada del este domingo 6 de diciembre, murió en su casa que está ubicada frente a la escuela pública Galicia, en la zona del Prado.

Una familia gallega

Tabaré Vázquez fue el único presidente uruguayo que tuvo cuatro abuelos gallegos y su humilde origen es un poco la muestra de la herencia de los emigrantes que llegaban de España trabajando para forjar un destino mejor para su familia.

Justamente en 2016, cuando visitó la sede de la Xunta de Galicia donde departió con el presidente Alberto Núñez Feijoo, explicaba Vázquez que sus abuelos “fueron a buscar en América muchas cosas que, quizás, no tenían en esta patria como posteriormente muchos uruguayos salieron de mi país buscando en otros países oportunidades que en el nuestro no encontraban”.

Tabaré Vázquez con Alberto Núñez Feijóo en la compostelana Plaza del Obradoiro en 2016.

Tabaré contó cómo sus abuelos se instalaron en un barrio humilde de Montevideo. Allí, junto a sus hermanos y sus padres, Héctor Vázquez y Elena Rosas, vivían en un hogar “muy humilde”, en la calle Heredia del barrio de La Teja, “que tenía grandes piedras en el techo para que no se volaran las chapas”, según recordaba en el libro Conversaciones con Tabaré de Carlos Liscano.

Además, recordaba en aquel libro que en su familia le decían que “no te vamos a poder dejar mucho más que la educación porque no tenemos otra cosa. Te vamos a dejar la honestidad, la honradez que tienes que cultivar y defender; te vamos a dejar la conciencia clara de que hay que dignificar la vida con el trabajo y, a veces, con trabajo sacrificado”.

El presidente uruguayo recordó cómo muchos de los españoles y gallegos que llegaban a Montevideo “trabajaban en los bares con jornadas maratonianas y luego dormían en el sótano del local o cómo compraban una parte de un ómnibus con el que trabajan todo el día y luego lo limpiaban y arreglaban por la noche porque no podían pagar un mecánico”.

“Con esos trabajos –explicaba en el libro– fueron progresando e introdujeron una cultura del trabajo y de la responsabilidad en nuestro país”.

Hace cuatro años recordaba en Santiago de Compostela la primera vez que llegó a Galicia: “Me fui en ómnibus hasta Ourense y cuando llegué me paré en la salida del puente romano mirando ese puente que está construido desde mucho antes de que mi abuelo naciera y se fuera. Me paré a mirar y pensé que con sus ojos mi abuelo también había pasado por ese lugar y comprendí que somos de lo que venimos y venimos de nuestros antepasados a los que tenemos que honrar y transitar”.

Tabaré se casó con María Auxiliadora Delgado en 1964 y con ella compartió toda una vida, naciendo tres hijos: en 1966 Álvaro que hoy también es médico oncólogo; Javier que naciera un año después, e Ignacio que nació en 1970. Luego adoptarían a Fabián Barbosa, un compañero de escuela de Ignacio cuyos padres habían abandonado y que hoy es sacerdote.

Este domingo tras una caravana de autos que le seguían, y con millares de ciudadanos en las calles por donde pasó el cortejo fúnebre, fue despedido en una ceremonia donde participaron sus hijos y nietos, que pusieron sobre el féretro la bandera del Frente Amplio y la de Progreso.

Reacciones

Tras conocerse la noticia de su muerte, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, publicó en su cuenta de Twitter: “Trasladamos nuestro pesar por el fallecimiento de Tabaré Vázquez, que siempre llevó a Galicia en su corazón y que, como presidente de Uruguay, tuvo una gran sensibilidad con la diáspora gallega, llevando al plano institucional y económico los lazos sociales que nos unen”. Acompañó la frase con una foto junto al expresidente uruguayo.

Vázquez y Feijóo el pasado enero en Montevideo.

La portavoz nacional del Bloque Nacionalista Galego (BNG), Ana Pontón, también se sumó a las condolencias por el fallecimiento de Tabaré Vázquez. En un mensaje en Twitter, recuerda que “siempre nos acogió con fraternidad y aprecio”.

Sentido de pertenencia a la colectividad

El presidente de la Federación de Instituciones Españolas en el Uruguay, Jorge Torres Cantalapiedra, quien además también es el presidente del Consejo de Residentes Españoles, expresó que “ha fallecido un gran estadista, que supo ser primero intendente de Montevideo y luego dos veces presidente del Uruguay, lo que está guardado para gente muy especial, ya que no es menor que para ser reelecto presidente hay que dejar pasar un período de cinco años”.

Recordó que Tabaré Vázquez “siempre hizo mención a su condición de gallego, doble ciudadano español y uruguayo, lo que nos llena de orgullo de alguna manera a quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo y sus gestos a toda la colectividad, si bien no ha tenido una presencia de relevancia, siempre estaba cuando los temas de salud o del Hogar Español lo ameritaban”.

Torres subrayó que “la colectividad española pierde a una figura muy relevante dentro del ámbito uruguayo y queremos desde el Consejo de Residentes Españoles y como representante de la FIEU, dejarle un afectuoso saludo y un abrazo fraterno a su familia, hijos y nietos, y simplemente desearle que descanse en paz”.

Tabaré Vázquez con representantes de las mutuas Casa de Galicia y Asociación Española.

Para ver la identificación con la colectividad española, basta recordar las palabras que pronunció en su última visita a Galicia: “Yo estoy seguro de que el pueblo uruguayo está marcado en su ADN con la impronta de aquellos gallegos que llegaron con una mano detrás y otra delante para trabajar, pero que nos llenaron de una riqueza cultural enorme y nos llenaron de un enorme cariño y afecto por España y por este pueblo que es mi pueblo, que lo siento como tal y que cuando vengo aquí estoy como en mi casa”.

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