La campaña de las elecciones generales que se celebran el próximo 23 de julio entra en su recta final, a menos de una semana de la cita con las urnas, con los partidos reforzando sus mensajes y tratando de captar al mayor número de votantes para unos comicios atípicos en pleno verano y en medio de la canícula, el periodo entre el 15 de julio y el 15 de agosto, tradicionalmente vacacional y con las temperaturas más altas del año. Factores que están marcando ya y van a marcar más el propio desarrollo de la campaña electoral y, sobre todo, la participación.
Lo más destacado, hasta ahora, fue la celebración de un debate en televisión entre los candidatos de los principales partidos políticos y, por tanto, los únicos aspirantes claros a presidir el Gobierno de España. Por un lado, el actual jefe del Ejecutivo y candidato del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, y el líder de la oposición y aspirante del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, por otro.
Fue un cara a cara vibrante, bronco por momentos por las constantes interrupciones, que tuvo como vencedor para la opinión pública y publicada a Feijóo, que fue más claro en sus argumentos e incisivo en desmontar el discurso de Sánchez. El núcleo central del debate, y de toda la campaña, fue el de los pactos y ahí el candidato socialista quiso reprochar reiteradamente al popular los acuerdos con Vox en algunas comunidades autónomas y ayuntamientos.
Feijóo, por su parte, echó en cara a Sánchez sus pactos con los herederos de Batasuna, EH Bildu, porque no han condenado el terrorismo de ETA e incluso llevaron como candidatos a las municipales del 28 de mayo a personas que han recibido penas por pertenenencia a banda armada -ETA- y hasta por delitos de sangre.
El aspirante del PP se desmarcó de Vox en todo momento y aseguró que lo que busca es una victoria amplia que le permita gobernar en solitario, frente a un candidato socialista del que dijo que ni aspira a ganar, sino solo a que el PP no pueda formar gobierno para intentarlo él con todos los partidos que sean necesarios, aunque no sean constitucionalistas ni condenen el terrorismo. De hecho, Feijóo desactivó la postura de Sánchez al ofrecerle un pacto -que llevaba por escrito y que firmó en directo ante toda la audiencia- para que gobierne la lista más votada. Prometió su apoyo al PSOE en la investidura si era el partido con más apoyos en los comicios a cambio de que los socialistas lo respadaran a él en caso contrario.
El actual presidente del Gobierno desestimó la propuesta acusando al líder de la oposición de no cumplir esa premisa en sitios como Extremadura, donde ganó el PSOE y un acuerdo entre PP y Vox le dejó sin el poder en la Junta.
El trasfondo de esa negativa es evitar comprometerse a ello en espera de que el centro-derecha no sume mayoría absoluta y bloquear la investidura de Feijóo o intentar la suya propia con el resto de partidos de la izquierda, aunque necesitaría también a los independentistas y a EH Bildu, probablemente.
En cuanto a la política económica, Feijóo se fajó en desmentir la euforia del presidente, dejándole sin respuestas a sus datos. Sánchez tampoco supo reaccionar cuando Feijóo leyó el acuerdo alcanzado con Bruselas para convertir las actuales autopistas y autovías en carreteras de pago.
También cargó sobre lo que consideró cesiones al independentismo, como los indultos, la eliminación de la sedición y la rebaja de la malversación, que anunció que recuperaría el delito laminado por Sánchez del Código Penal. Así como denunció la liberación del agresores sexuales por la Ley del ‘sólo sí es sí’. En materia exterior, el debate derivó hacia la postura con Marruecos y el Sáhara tras el espionaje del teléfono de Sánchez y la división del Gobierno ante la guerra en Ucrania o la OTAN.
En el ‘minuto de oro’ que tenía cada candidato para pedir el voto, Sánchez volvió a centrarse en Vox alertando que “nos estamos jugando si España sigue avanzando”, mientras que Feijóo aprovechó para distanciarse de los de Santiago Abascal: “Mi mensaje es muy sencillo. Quiero ser presidente del Gobierno, pero no a cualquier precio. Pido a los españoles que voten masivamente para conformar una mayoría fuerte sin necesidad de contar con los extremos”.
Por otro lado, el 17 de julio era el último día para publicar encuestas y la mayoría de ellas coinciden en avanzar una amplia victoria del PP, con hasta 40 diputados o más de diferencia con el PSOE en algunos casos. Los sondeos también sitúan, como regla general, la suma de PP y Vox por encima de los 176 escaños que conceden la mayoría absoluta. Sin embargo, tanto el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que depende del Estado y dirige un férreo defensor de Sánchez, como las encuestas del grupo Prisa, tradicional seguidor de las políticas del PSOE, difieren de estas conclusiones.
Finalmente, cabe señalar que se constituyeron los gobiernos de Baleares, Extremadura y la Comunidad Valenciana, con Marga Prohens, María Guardiola y Carlos Mazón -todos ellos del PP- al frente gracias a acuerdos con Vox, que no se dieron en Murcia ni Aragón. También están pendientes las investiduras en Asturias y Navarra. Mientras en Canarias, el PP gobierno con CC que preside el Ejecutivo con Fernando Clavijo y en Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García-Page por mayoría absoluta.
Polémicas por la gestión del voto por correo y por el lema ‘Que te vote Txapote’
Dos temas que se abordaron en el debate entre Sánchez y Feijóo ocuparon el centro de las discusiones en los días posteriores. De un lado, el aspirante del PP denuncio la nefasta gestión de los dirigentes de Correos sobre el voto en unas elecciones que tienen lugar en pleno periodo vacacional. La entidad reconoció retrasos en los envíos de la documentación a quienes solicitaron el voto por correo pero aseguró que nadie se quedaría sin ejercer su derecho. Al cierre de esta edición, quedaban pendientes de entregar las papeletas a unas 300.000 personas por parte de Correos.
En cuanto al lema ‘Que te vote Txapote’, Sánchez trató sin éxito en el cara a cara que Feijóo lo condenara. Es una frase que nació en un pueblo de Sevilla hace ya meses que portaba una persona en un cartel en un acto del presidente del Gobierno. Ha crecido tanto que ha calado en el imaginario popular como una denuncia de los pactos del PSOE y el Gobierno con Bildu, la formación que no se ha distanciado de las acciones terroristas de ETA. Cabe recordar que Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, fue uno de sus asesinos más sanguinarios.