CEO es el acrónimo de Chef Executive Officer (Director Ejecutivo). El mundo empresarial actual ya no tiene directivos y creo que dentro de poco, con la robótica, tampoco va a tener empleados; pero sí tiene CEOs Y esto se contagia a los estados. Fíjense en Venezuela que, con un 30% de empleados-votantes, casi iguala al número de CEOs de su Gobierno. De manera que no es aventurado pensar que muy pronto sólo habrá CEOs que ya no necesitarán votantes que les elijan, y así ya dejaremos resuelto ese denostado problema del “voto rogado”, que cada vez se hace más “rogado” y más “robado”.
¿Quién es el CEO de la Emigración? Sinceramente yo no lo sé, y es posible que no exista tal CEO, como tampoco existe un culpable del COVID-19, ni de las crisis sanitarias y financieras. Los CEOs tiene la rara habilidad de escabullirse, como las cucarachas, cuando aparece la luz, pero están en todas partes. Ni tan siquiera Diógenes, con su fina pituitaria y su aguda visión, enriquecida por la luz de su candil, sería capaz de encontrarlos. Tal vez rebuscando en los tipos penales de nuestro Código sea posible atisbar por donde pululan: “…Los que, prevaliéndose de su situación mayoritaria…impusieren acuerdos abusivos, con ánimo de lucro propio o ajeno, en perjuicio de los demás socios…” (art. 291). Y un poco más adelante: “…Los (CEOs) que, sin causa legal, negaren o impidieren a un socio el ejercicio de los derechos de información, participación en la gestión o control de la actividad…” (art. 293) serán castigados con la pena de prisión…, pena de multa…, respectivamente.
No, no pongamos en el punto de mira de nuestra espingarda a esos abnegados funcionarios y trabajadores que día a día resuelven complejos problemas de nuestros emigrantes. Y tampoco a aquellos que, desde cada comunidad autónoma, redoblan esfuerzos para paliar el escaso campo competencial que permite la vigente Constitución (art. 42), porque es el ESTADO el que viene obligado a “velar ESPECIALMENTE por la salvaguardia de los derechos económicos y sociales de los emigrantes españoles…”.
¿Quién es el Estado? L´Etat, c´est moi (el Estado soy yo), repetía una y otra vez el gran Rey Sol (Luis XIV) a todos aquellos que osaban discutir sus decisiones o su política absolutista. Las hojas de la Historia son mantras que se repiten No desgastemos nuestras energías en fustigar medidas y promesas localistas y partidistas, porque la respuesta, como ya profetizaba Bob Dylan, está en el viento. Y mientras los vientos no cambien y barran a estos CEOs que sólo fabrican negros nubarrones para una emigración que merece algo más que la constante persecución de una Agencia Tributaria o el desprecio de una clase política que mima más a los extraños que a los propios, poco o nada se puede hacer, porque, no nos olvidemos, la emigración ya no es un problema de Estado, sino un gravísimo problema de los Estados ¿O no?