El autor es fundador del Despacho Martínez Barros en Vigo, uno de los más prestigiosos y grandes de Galicia, formado por abogados gallegos. Director de los servicios jurídicos del R.C. Celta y Vicepresidente en su día. Persona ligada a la emigración con más de 1.500 artículos publicados en varios medios.
“¡Qué error, qué inmenso error!” es el titulo de aquel artículo periodístico publicado en El País (8 de julio de 1976) por el historiador Ricardo de la Cierva (nieto del inventor del autogiro, precursor del helicóptero) para mostrar su desagrado por el nombramiento de Adolfo Suárez como primer presidente de la Democracia española.
No quisiera equivocarme al invocar aquí esa expresión que ya se ha hecho un hueco en la Historia de este país, que es mucho más que “hacerse viral”. Observo con preocupación y desagrado los desatinados pasos que se están dando en materia de atención a las prestaciones que, en concepto de pensiones o de ayudas no contributivas, deben ser entregadas a nuestros jubilados.
La sociedad tiene una deuda permanente con los que se han forjado para que las sociedades pervivan y sean atendidas en sus elementales necesidades vitales. Y esos son los jubilados. Pero no sólo los jubilados de aquí, también, y con mayor exigencia, los de allí, los que han sido privados, por culpa de regímenes injustos, de la más elemental ayuda que les permita tener una vida digna.
Se equivoca la ministra del ramo al carecer de sensibilidad hacia las personas que, con mayor sensatez y equilibrio, han sido los “constructores” del entramado del bienestar del que disfrutamos. Se equivoca el ministro de los Presupuestos al no saber repartir proporcional y debidamente lo que detrae de los bolsillos del pequeño empresario y del trabajador. Nos equivocamos todos al ser tan displicentes y despreocupados con los que realmente son merecedores de una atención especial. Y se equivocan los medios (todos) al no priorizar lo que es necesario sobre lo que es banal.
El pulso de un país no se toma de los editoriales de los periódicos ni de las cabeceras de los telediarios. Se toma en la calle, se toma adentrándose en los “círculos” que conforman los afectados por cada situación necesitada.
Observo con preocupación y desagrado qué trato se está dando a los emigrantes españoles de Venezuela y de otros países a los que se les niega o restringe el derecho a sus pensiones y de los otros derechos.
¡Qué error, qué inmenso error! el olvidarse que el gobernar exige “hacer posible lo que es necesario”. Y mientras tanto, y porque así nos lo sirven en las editoriales de los periódicos y en las cabeceras de los telediarios, lo que aquí nos preocupa es si la “seudo-obra de arte” merece o no merece ser “colgada”, o si esos “héroes” del oportunismo plantan bien las coles en Bruselas o se sueltan su melena en el lago Leman de Ginebra. ¡Qué error, que inmenso error!