La directora general de Emigración y Políticas de Retorno del Gobierno asturiano, Olaya Gómez Romano, junto a la presidenta del Consejo de Comunidades Asturianas, María Antonia Fernández, mantuvieron en Montevideo el pasado 11 de noviembre una agenda que comenzó en la visita a las instalaciones del Centro Asturiano que fueron entregadas recientemente por la liquidación de la mutua Casa de Galicia, donde pudieron apreciar en las condiciones en que se encuentran y que prontamente serán recicladas para su funcionamiento por la junta directiva presidida por Omar Llano.
Por la tarde, las visitantes llegaron hasta la sede Prado de la institución asturiana donde se había preparado una merienda para los más veteranos de la colectividad, emigrantes que muchos de ellos reciben ayudas del gobierno del Principado.
Como si el cielo supiera lo que se viviría en este encuentro, el cielo se puso negro con rachas de viento que asustaron a los veteranos asistentes que llegaban acompañados de su familia, algunos con bastones y otros con andadores, pero “queríamos estar presentes y agradecerles”, según repetían a medida que se presentaban ante la directora general que les dijo que venía a escucharlos, y así lo hizo junto a la presidenta del Consejo de Comunidades.
Abrió el fuego Ligia, integrante de la directiva de la institución que además es secretaria de la Federación de Instituciones Españolas del Uruguay, y fue quien lleva adelante desde principios de este siglo la celebración del Día de las Letras Asturianas junto a algunas colaboradoras que entendieron necesaria este homenaje al idioma de su tierra.
Pero también se escucharon historias como la de María de la Concepción Álvarez, una emigrante de Castropol que llegó a Montevideo con 17 años, y aquí se casó y formó su familia. Aunque hace 23 años que fue por última vez a Asturias: “Fui a ver a mi madre, porque mi padre ya había fallecido”, aclarando que le han invitado para hacer el viaje a través del Programa Añoranza, “les agradecí, pero no estoy en condiciones de viajar porque tengo poca movilidad”.
Fue incentivada por la directora general quien le expresó que “se brinda todo el apoyo adaptado a las necesidades que tengan ustedes. Tuvimos un caso de una persona que iba en sillas de ruedas, que también estuvo mucho tiempo dudando si iba o no, y todo se adaptó con un equipo que hay atrás nuestro que está muy pendiente. Con lo cual cada uno tiene que decidir si quiere o no quiere, pero es una experiencia que merece la pena y nosotros estamos para brindarle todo el apoyo y la ayuda para poder viajar y hacer al menos parte de las actividades, pero por lo menos volver a ese encuentro con la tierra y lo demás vale la pena”.
María aseguró que la emociona mucho ver en la televisión las imágenes de la aldea donde creció hasta llegar casi con 18 años a el país que la acogió “muy bien porque aquí no rechazan a nadie”.
Distinta fue el relato de una vida cargada de dolor y penurias que contó otra emigrante que llegó con tres años a Montevideo como consecuencia de que su padre debió escapar de Asturias después de la guerra civil porque no le permitían dictar clases de profesor en secundaria y tampoco le dejaban de efectivo en ninguna escuela.
Su vida como emigrante fue muy dura, su padre murió al poco tiempo de llegar ella junto a su madre y hermano a Montevideo, se casó joven, tuvo una hija, pero su marido la abandonó a poco de ser madre.
Su marido no había querido pagar la atención del parto en la mutua donde era socia y la internó en un hospital público, donde lamentablemente el nacimiento de su hija tuvo una consecuencia en su salud, debiéndola cuidar toda la vida.
“Gracias a mi madre que me ayudaba, fue que pude salir a trabajar y mi hija hacer estudios terciarios”, pero sin poder llorar aún explicó como se despertó una noche del 2021 en plena pandemia del coronavirus y ya nunca más le respondió, había muerto el desvelo de toda su vida.
Al confesar que “no puedo llorar, no me cae ni una lágrima” angustiada aseguró que “no puedo llorar” con tanto dolor porque “estoy sola, no tengo familia”; a lo que el resto de los emigrantes le consolaron a coro: “Nosotros estamos aquí, somos tu familia”.
Ese espíritu, que las visitantes pudieron descubrir en ésta y otras historias, demuestra el sufrimiento por variados motivos de emigrantes que cruzaron el Atlántico, algunos llevados por sus padres, otros buscando un futuro que evite la milicia como comento José: “Porque a los chavales asturianos los mandaban a pelear a África donde morían”, pero todos desarrollaron fuerzas y se unieron ya sea en el Centro Asturiano o en la Casa de Asturias, para poder entre paisanos salir adelante.
Gómez Romano se despidió de ellos tras un diálogo de más de dos horas, debía correr para llegar a tiempo a la reunión con la cónsul María Victoria Scola, pero confesó a España Exterior lo que había recogido en esta merienda con sus paisanos: “Muchísima emoción y un gusto conocer tantas historias de asturianas y asturianos que están aquí (en Montevideo), historias de vida apasionantes y que han merecido muchísimo la pena”.
El martes 12 de noviembre, su última jornada en la capital de Uruguay, comenzará con la recepción que le brindará el embajador Santiago Jiménez, para luego visitar la sede de la Fundación Ramón Rubial y mantener un encuentro con su directiva integrada por dos asturianas, también directivas de la institución astur, Vicenta González y María Isabel ‘Chabela’ Sánchez.
Posteriormente, ya entrada la tarde se reunirá con los integrantes del Consejo de Residentes Españoles en la sede del Centro Asturiano Casa de Asturias de la calle Mercedes.
El cierre de sus actividades será en la sede del Prado a las 19 horas, cuando la directora general mantenga un encuentro informativo sobre políticas de retorno a Asturias dirigido a los jóvenes.
“Estamos con los naturales y con sus hijos, y por supuesto que dentro de esas políticas que estamos impulsando dirigidas a los jóvenes, tendremos un encuentro con ellos para contárselas y compartirlas con ellos y por supuesto también escucharles sus historias, inquietudes y necesidades” aseguró.