Uruguay dedica el Día del Patrimonio a Eladio Dieste, sobrino del escritor Rafael Dieste

Fue un arquitecto revolucionarío considerado como el &#145Gaudí latinoamericano&#146

Todos los años Uruguay celebra un fin de semana para recordar el patrimonio arquitectónico, cultural e inmaterial, homenajeando a quienes han permitido construirlo. Tal es el caso de este año del ingeniero mencionado, que dejó su impronta en una bastísima obra.
En conjunto, más de un millón de metros cuadrados cubiertos con sobria economía y expresiva elegancia por un maestro constructor que es también un maestro de vida. La suya propia, que se inició en 1917 en Artigas, Uruguay, y que tuvo la fortuna de contar con una etapa de sólida formación politécnica y humanística en Montevideo, ha tenido relación con España en diferentes momentos de su transcurso.
A través de su amistad con Joaquín Torres García, el pintor uruguayo de padres catalanes que repartiría su biografía entre ambos lados del Atlántico, en un primer periodo; por medio después de su colaboración con Antonio Bonet, el arquitecto barcelonés que se exilió en Argentina y Uruguay, y que le indujo a trasladar su experiencia de las cáscaras de hormigón a la cerámica, según el modelo tradicional de la bóveda catalana; y como permanente consecuencia de sus orígenes gallegos, que el trato con su tío el poeta Rafael Dieste, exiliado en Buenos Aires, y los frecuentes viajes a su casa familiar en Rianxo no harían sino acentuar.
Estos intensos vínculos con España, alimentados en los últimos años por numerosos cursos y conferencias en diferentes ciudades de la Península, cristalizaron inesperadamente en el encargo insólito de construir tres facsímiles de sus iglesias en la madrileña diócesis de Alcalá.
Así, en Mejorada del Campo se levanta ya una réplica, algo reducida de escala, de la iglesia de San Pedro, que Dieste realizó en Durazno hace 25 años; en Alcalá de Henares está en construcción una segunda versión de la iglesia de Malvín en Montevideo; y en Torrejón de Ardoz se iniciará pronto la reproducción de la iglesia de Atlántida, su proyecto primero, el más difundido, y acaso también el más inspirado de cuantos construyese este ingeniero gallego y uruguayo, cuya obra ejemplar no merece el desconocimiento que hace de ella un continente sumergido.
Coherencia
Pero nada mejor para definir su obra que sus propias palabras: “he procurado ser coherente con las exigencias de mi trabajo. Hacerlo bien. Ello me ha llevado a un camino de descubrimiento, primero de mí mismo. Ese camino usa la forma y ésta debe estar imbricada en las leyes que rigen la materia en equilibrio”.