Un emigrante español se suicida en Ginebra tras retirarle el Gobierno suizo la pensión de invalidez

Las autoridades helvéticas le denegaron la ayuda al considerar que ya podía trabajar pese a padecer epilepsia y depresión

Juan Romero Beltrán se suicidó ante las oficinas de la Caja de Compensación en Ginebra.

Juan Romero Beltrán tenía 57 años cuando decidió poner fin a su vida ahorcándose en la Avenida Edmond-Vaucher, justo en frente de la sede del organismo suizo encargado de las pensiones de invalidez: La Caja Suiza de Compensación (CdC) y el Oficio (AI). Unos días antes había llegado desde España a Ginebra para quemar sus últimos cartuchos en una lucha que duraba ya tres años.
En 2007 la AI le había quitado la pensión de invalidez que percibía desde el año 2000 a causa de su epilepsia y de las depresiones que sufría.
Juan llegó a Suiza en 1971, cuando tenía 18 años y en seguida se puso a trabajar primero haciendo carreteras, luego en la construcción y al final en una fábrica de agujas para relojes.
Tras más de 25 años trabajando en Suiza, entre 1997 y 1998 lo echaron de la fábrica y entonces empezó a presentar los papeles para pedir la pensión de invalidez por su epilepsia y porque tenía una depresión a causa de ésta. La solicitud fue aceptada y desde el año 2000 estaba cobrando la pensión de invalidez.
En declaraciones a España Exterior, la hija de Juan, Vanessa Miserez, cuenta que “en el año 2003 Juan decide retornar a España, tras divorciarse en 2000, y regresó a Málaga, su tierra. Allí era más fácil vivir con la pensión que cobraba ya que en Suiza la situación económica era más complicada”.
Y en 2007 el Gobierno suizo decidió retirarle la pensión. “Le dijeron que, a pesar del problema que tenía, podría trabajar. Mi padre decía que estaba mal. Él tenía crisis epilépticas pero no sé si seguía bien el tratamiento o no. En 2008 vino a hablar con su médico para explicarle el problema. Creo que el médico le daba la razón porque le mandó a un psicólogo y todo. Pero no sirvió para nada. Luego, en 2010, vino unos días antes de suicidarse para ver si podía hacer algo en la AI, si le devolvían la paga o qué, pero ahí no le recibieron muy bien”, explica Vanessa.
Después del suicidio de su padre, Vanessa recibió el apoyo del Consulado español. “El cónsul de Ginebra me buscó, pero yo no estaba en el registro de Ginebra porque estaba en el de Berna. Tuve contacto con él y nos vimos una vez. Se encargaron de hacer todos los papeles”.
Tras el fatal desenlace, Vanessa se pregunta por qué las autoridades públicas de Suiza no han previsto nada para aquellas personas a las que se les retira su única fuente de ingresos. “Lo que no me entra en la cabeza es que le quiten a una persona esta pensión de un día para otro y la dejen sin ningún tipo de asistencia. Algo tendría que estar previsto para acompañar a la persona y que sepa qué puede hacer”, señala.
Vanessa también ha sentido la frialdad del sistema y afirma que no se ha sentido acompañada por parte de la sociedad que la rodea.
En el país helvético la reducción de las pagas por invalidez se ha planteado frente a la opinión pública como una lucha contra el fraude. “Yo no digo que no se investigue -dice Vanessa- porque también habrá quien abuse. Pero con los que no pueden trabajar habrá que hacer algo si les quitan la pensión. No se les puede dejar solos”.