Los de Rijkaard, que volvieron a evidenciar los problemas en el juego que muestra el equipo en los últimos partidos, tuvieron la fortuna de cruzarse con un rival muy inferior.
Dos años después, el equipo azulgrana vuelve a una semifinal de la máxima competición europea, vuelve a escribir su nombre ente los cuatro mejores equipos del continente y… no lo merece. El Barça volvió a exhibir ante su afición las limitaciones que mostró ante el Getafe hace unos días. En frente, no obstante, no estaba ese equipo del sur de Madrid que asombra en cada estadio europeo que visita. En frente, estaba un Schalke 04 valiente, que no bajó los brazos durante los noventa minutos de juego… y que no tiene más que dar.
Comenzó el equipo alemán disfrazándose del Barça: tocando la pelota, triangulando con sentido y llegando en varias ocasiones al marco de Valdés. Kuranyi, al igual que en el partido de ida, llegaba al remate, finalizaba cada jugada y… mandaba el balón fuera del marco de Valdés.
El Barcelona, por contra, fue durante toda la primera mitad un espejo de sí mismo. Xavi, Iniesta y Bojan estuvieron imprecisos y con demasiados fallos en la entrega. Henry y Eto'o sin movilidad no sacaban el cuchillo.
Tras un intercambio de ligeros golpes al comienzo del partido, el Barça llegó por primera vez de forma clara gracias a un desmarque de Xavi que, solo ante Neuer, vio su remate desviado gracias a una manopla providencial del joven guardameta alemán. En la contra siguiente era el Schalke el que a punto estuvo de inaugurar el marcador por obra de Kuranyi, fallón durante todo el encuentro, de cabeza entre Zambrotta y Thuram.
Hasta cuatro claras oportunidades de gol dispuso el equipo alemán para ponerse por delante en el marcador, incluso en la eliminatoria, en los primeros veintiún minutos de juego: Jones, Asamoah, y especialmente Kuranyi, pudieron abrir el marcador. Pero el Barcelona, al filo del descanso, se puso por delante en el partido para dejar franco el camino hacia semis. En una jugada de Bojan por la derecha, el joven delantero buscó un centro al área pequeña, la zaga alemana despejó sin puntería y, tras salvar sobre la línea, Touré Yayá terminó remachando a placer una carambola inexplicable (1-0 min. 43).
En la segunda parte no hubo nada destacable.