Socios de la Casa de Castilla y León en la Sierra visitan Úbeda, Baeza y Jaén

Socios de la entidad en la Plaza de los Leones de Baeza.
Los socios del Centro en una de las visitas a la provincia de Jaén.

El primer paso fue Úbeda, cuyo importante pasado ha dejado huellas imborrables que bien vale la pena visitar. Úbeda renacentista, tuvo una importancia primordial alcanzando durante esa época todo su esplendor, como así lo atestiguan la gran cantidad de edificios de edificios civiles y religiosos, que sin duda alguna han llamado la atención a los visitantes. Palacios, conventos y casas señoriales han sido el objetivo primordial de esta visita. El Palacio Vázquez de Molina, Dean Ortega, Vela de los Cobos, Marqués de la Rambla , el Convento de la Concepción, Museo y Sepulcro de San Juan de la Cruz y la Sacra Capilla de El Salvador, fueron testigos de una jornada matutina completa, y allí se podría haber completado el día, pero la tarde estaba dedicada a Baeza, ciudad aledaña y rival cultural en otros tiempos, de ahí que haya cierta rivalidad entre los nativos de ambas ciudades.

Serían poco más de las cuatro, cuando el guíales les esperaba en la Plaza de los Leones, cuyas bocas son los caños de la fuente, posiblemente procedente de la ciudad romana de Cástulo. Y desde aquí un recorrido por otras serie de edificios que en nada envidian a Úbeda. Laprimera parada fue en la Universidad de la provincia donde tuvieron ocasión de descubrir el Aula Magna, asi como el Aula Antonio Machado, que rememora el lugar donde el titular impartió clases de francés. También visitaron la Iglesia de la Santa Cruz, parroquia tardorománica, y la fachada del Palacio de Jabalquinto, huella inequívoca del esplendor de otros tiempos, y la catedral, cúmulo de añadidos de diferentes épocas, albergando en su interior algunas joyas que no hay que olvidar, como son : la reja del coro, el púlpito que utilizó San Vicente Ferrer y la Custodia de plata.

Y como el día ya no daba para más, y el cansancio se iba acumulando, tomaron dirección a Jaén, para descansar y tomar fuerzas para el día siguiente, que en nada tuvo que envidiar al anterior.

Siguiendo la costumbre, recogieron al guía y haciendo un recorrido por la ciudad, se dirigieron al Castillo de Santa Catalina, para desde allí, contemplar las inéditas vistas, no sólo de la capital, sino también de una buena parte de la extensa provincia y sus sierras : Mágina, Cazorla, Segura y de las Villas. La catedral, posiblemente una de las más admiradas por sus fascinantes fachada, coro, trascoro, el crucero, la Capilla Mayor, sus balcones, la sábana santa, su custodia preparada para el día del Corpus. Y no se puede dejar de lado sus afamados Baños Arabes, asi como el Museo Etnográfico, incipiente, pero con muchos valores recuerdo de otras épocas.

Aperitivos, comida y regreso como de costumbre, pero con la satisfacción de haber pasado un fin de semana muy agradable.