Semblanza de un gallego desaparecido durante la dictadura argentina (3)

Carmen Cornes y Miguel Ángel Castiglioni

Era hija de Manuel Cornes y Francisca Piñeiro. Carmen tenía 16 años cuando salió de España hacia Argentina y recordaba a su madre en el puerto cuando la despedía. Corría el año 1928. En ese momento su madre trataba de demostrar fortaleza para no llorar y ésa fue la última imagen que tuvo de ella, pues recién pudo volver a Galicia 50 años más tarde.

El padre de Carmen se había ido a trabajar a Cuba unos años antes y consiguió ahorrar algún dinero pero cuando volvió a Galicia la muerte lo sorprendió mientras talaba un pino. Antes de morir había hipotecado la casa para comprar otra parcela de tierra y frente al derrumbe económico que se avecinaba decidieron enviar a Carmen a Argentina a trabajar para pagar esa deuda.
Cuando era niña, Carmen sólo concurría a la escuela los días de lluvia porque eran las únicas jornadas en las que no se labraba la tierra.
Después de más de veinte días de travesía Carmen llegó a Buenos Aires. Fue a vivir a la casa de su tío en el barrio Parque Patricios; allí dormía en una pequeña e incómoda habitación. A los pocos días se empleó como mucama en una casa de familia. Pasó por varias casas más hasta que cansada de ser explotada y humillada ingresó como operaria en una fundición de bronce en el barrio La Paternal. Pero las condiciones laborales también eran de máxima explotación: le pagaban un buen sueldo pero trabajaba 18 horas por día, desde las 6 de la mañana hasta las 12 de la noche y el domingo limpiaba la fábrica a cambio de la comida.
En la fundición permaneció cinco años, con lo que logró ahorrar pagó el pasaje del barco que aun debía y la hipoteca de su familia. Un día decidió cambiar de trabajo porque el ambiente de la fundición resultaba insalubre para ella.
Convertir sus sueños en realidad
Con el estallido de la Guerra Civil en España, Carmen apoya a la República y concurre a reuniones juveniles que simpatizaban con el Frente Popular. A mediados de la década del ´40 conoció a Jorge Mario Castiglioni, con el que contrajo matrimonio el 8 de enero de 1949 y se fueron a vivir a Barracas.
El 31 de agosto de 1949, cuando nació Miguel Ángel en el Centro Gallego, Carmen tenía 38 años. Fue su único hijo porque el marido no le permitió tener más, era un hombre hosco que nunca tuvo gestos de cariño hacia ella ni hacia su hijo.
En 1952, durante el gobierno del general Perón, Carmen y su marido compraron un recreo en Quilmes, a orillas del Río de la Plata. El lugar era muy pintoresco pero todos los años se inundaba, por esa causa después de cinco años cansados de sufrir los embates de la naturaleza, volvieron a Barracas, su antiguo barrio. Allí Miguel empezó a estudiar en el colegio Espinosa.
Un hecho muy doloroso ocurrió cuando Miguel Ángel tenía siete años. Fue atropellado por un auto mientras corría detrás de una pelota y como consecuencia de este accidente perdió un brazo. Su madre lo cuidó con gran esmero hasta que se recuperó. A causa de este accidente, Miguel Ángel se pasaba horas leyendo y dibujando, con el tiempo demostró ser un joven muy sensible a quien le encantaba escribir poesías y pintar -admiraba a Paul Cézanne-.
Miguel Ángel deseaba un mundo más justo con igualdad de oportunidades para todos y mientras cursaba el secundario en la escuela Juan Martín de Pueyrredón de San Telmo, comenzó militar en la agrupación marxista Palabra Obrera (PO), el que se fusionó en 1965 con el Frente Revolucionario Indoamericano Popular (FRIP) formando el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
El hermano de Carmen, que también vivía en Buenos Aires, se llamaba Santiago; era un autodidacta que admiraba a Rosalía de Castro y a Castelao. Militaba en el Partido Socialista y tenía una profunda relación con Miguel Ángel. Éste idealizaba a su tío en contraposición a su padre, el cual carecía de todo tipo de inquietudes sociales.
En 1966 la Argentina estaba gobernada por una dictadura militar encabezada por el general Juan Carlos Onganía. En América Latina, la Revolución Cubana, su opción política por el socialismo y el esfuerzo popular para la construcción de la nueva sociedad, eran el espejo donde se miraban muchos jóvenes del continente. Miguel Ángel estaba encandilado con el Che Guevara y su lucha por los desposeídos. En 1967 comenzó a estudiar Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de Buenos Aires, y tiempo después ingresó a trabajar en el Banco Shaw, en Capital Federal Con los compañeros de la facultad hablaban de seguir el camino del Che y Miguel comenzó a visitar los barrios pobres, colaboraba en la alfabetización y poco a poco fue asumiendo una militancia comprometida.
Detenciones y destino final
Miguel Ángel fue detenido por primera vez en 1969 durante una huelga contra el gobierno de Onganía cuando cursaba segundo año de la carrera de Filosofía. Estuvo preso en la cárcel de Villa Devoto junto a centenares de jóvenes de las distintas fuerzas políticas que por aquellos años se enfrentaban a la dictadura.
En esa época Carmen y otros familiares de presos políticos comenzaron a organizarse para luchar por la libertad de éstos.
Miguel permaneció preso hasta el 25 de mayo de 1973, cuando el presidente peronista Héctor Cámpora ordenó una amnistía general. Cuando salió de la cárcel, lo reincorporaron al trabajo y retornó a su vida cotidiana, pero no continuó los estudios a causa de su militancia política.
Susana Gómez, compañera de Miguel Ángel y oriunda de la ciudad de Córdoba, relata los momentos vividos junto a él. “Conocí a Miguel el día que salió de la cárcel, lo primero que vi fue su sonrisa, una sonrisa lindísima que para mi nadie más la tuvo. Él estaba con una mujer y un niño que al principio pensé que eran su familia pero no, eran sólo amigos. Ambos militábamos en el PRT y poco tiempo después, por casualidad, nos enviaron a una cita juntos y volvimos a encontrarnos. En esa época a los miembros del partido nos enviaban a vivir a barrios obreros y conformábamos familias para poder trabajar políticamente con la gente.
Nos destinaron con otra pareja a Morón, en el conurbano bonaerense. De tanto aparentar ser una pareja nos enamoramos y nos pusimos de novios. Yo trabajaba en una fábrica de zapatos y Miguel en una textil; como sufríamos privaciones Carmen nos traía siempre paquetes de comida. A la tarde, le dábamos leche a los niños del barrio y Miguel les contaba cuentos y les hacía dibujos, era muy creativo. En esa época quedé embarazada, él tenía 23 años y yo 16, éramos muy felices”, explica emocionada.
A pesar de que se había restablecido la democracia el PRT decide continuar en la ilegalidad. El 19 de agosto de 1974, 15 días antes de que naciera su hijo, Miguel es detenido nuevamente mientras participaba de una actividad propagandística en conmemoración de la masacre de la cárcel de Trelew, ocurrida el 22 de agosto de 1972, luego de un intento de fuga de presos políticos. “Ésa fue la última vez que lo vi”, dice Susana con tristeza.
Lo llevaron a la comisaría de su barrio y de allí a San Martín, hasta que lo enviaron a la Cárcel de Devoto. Miguel Ángel fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). Los detenidos permanecían presos sin juicio ni condena. Su madre comenzó de nuevo su peregrinar a la cárcel, era la única que lo podía visitar por ser familiar directo pues Susana no estaba casada legalmente con él. El 5 de septiembre del mismo año nació su hijo Nicolás y Carmen se encargaba de llevarlo a la cárcel a visitar a su padre. El 2 de octubre de 1975 lo liberaron con la opción a irse del país y se trasladó exiliado a Perú. Durante aquel año la represión organizada por la Triple A se multiplicó. Los secuestros y asesinatos contra militantes de la izquierda pasaron a ser noticia diaria. El gobierno constitucional de Isabel Perón utilizaba el terrorismo de Estado como método de acción política. El 29 de enero de 1976 la policía realizó un operativo en la casa de Carmen y fue llevada detenida junto a Susana y a Nicolás.
“Estuvimos cuatro días en Coordinación Federal tiradas en un calabozo, con la misma ropa. Después nos trasladaron a Tribunales y desde allí a la cárcel de Devoto. Nicolás tenía un año y cuatro meses y no poseía papeles, temía que me lo quitaran, no había ningún familiar mío en Buenos Aires que lo pudiera retirar, finalmente una vecina fue a buscarlo, se comunicó con mi mamá que estaba en la ciudad de Córdoba, y el juez le otorgó la tenencia de mi hijo. Allí Carmen estuve presa un año y seis meses, a disposición del PEN, sin visitas, y yo dos años y algunos meses”, señala Susana.
A los pocos meses, Videla comandó el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. La vida de Carmen y de los demás presos corría serio peligro de muerte. Muchos detenidos fueron ejecutados y otros se encuentran desaparecidos.
Mientras tanto Miguel Ángel se radicó en Perú, allí había una colonia importante de exiliados. Pensaba constantemente en su madre y en Susana, y consideraba que estaban presas seguramente por su culpa. Desesperado por esta situación decide volver a Argentina para estar cerca de los suyos. Regresa a Buenos Aires en forma ilegal y se contacta con su familia y con el Consulado de España para gestionar la libertad de Carmen.
“El 6 de septiembre de 1976 Miguel Ángel fue a visitar a Nicolás a Córdoba, mi madre llevó a mi hijo varias veces a la cárcel a visitarme y en esas oportunidades lo dejaba al cuidado de Miguel pero no sabíamos dónde vivía”, recuerda Susana.
El 27 de noviembre de 1976, cuando regresaba de la localidad de Azul donde vivía su tío Santiago, Miguel fue secuestrado en la ciudad de La Plata junto a otras once personas a las que nunca se pudo identificar.
Según testigos, Miguel Ángel fue trasladado hasta Campo de Mayo, un centro de exterminio donde los detenidos que entraban no salían con vida. Nunca más se supo de él.


Exilio y regreso de Carmen

Carmen jamás recibió visitas mientras estuvo detenida. Cuando la dejaron en libertad se fue a vivir a la casa de una amiga y nuevamente su vivienda fue allanada. Le destruyeron todas las pertenencias. Buscó asilo en la Embajada de España donde estuvo alojada ocho días hasta que le consiguieron un pasaje y logró embarcarse hacia Galicia. Allí vivió en su casa natal con su hermano Juan que la maltrataba, no le dirigía la palabra y hasta la obligaba a labrar la tierra. Carmen sufrió mucho hasta que conoció a Amalia, una joven exiliada que la invitó a vivir con ella en Madrid. Amalia integraba una agrupación en esa ciudad que luchaba por conocer el paradero de los desaparecidos argentinos.
Carmen volvió a Argentina en 1983 con el advenimiento de la democracia; inmediatamente se incorporó a la lucha de las Madres de Plaza de Mayo. En 1984 viajó a Córdoba a visitar a Nicolás y a Susana y en el ´95 llevó a su nieto a conocer Galicia, Madrid y parte de Andalucía.
Cuando regresaron, Carmen vivió junto a Nicolás pues Susana se había casado.
En Córdoba, Carmen integraba la agrupación Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y marchaba junto a ellos todos los jueves en la plaza San Martín para pedir justicia y luchar contra la impunidad.
“Con mi abuela vivimos juntos varios años en Córdoba, hasta que ella murió atropellada por una moto el 5 de febrero de 1998 cuando volvía de la marcha de los jueves”, finaliza Nicolás con los ojos llenos de lágrimas.
En 1992, Beatriz López escribió el libro ´Hasta la victoria siempre´ testimonio de Carmen Cornes, emigrante gallega y militante de la vida.
El 14 de marzo de 1998 las cenizas de Carmen fueron arrojadas al Río de La Plata, en el último adiós que le tributaron sus familiares y amigos a esta defensora de los derechos humanos.