Por Miguel Angel Riudavets Villagrasa*

Reflexiones acerca del recorte presupuestario del Govern para las Comunidades baleares del exterior

Alaiorenses residentes en Buenos Aires que colaboraron económicamente con la enseñanza laica en Alaior (Menorca) durante la primera mitad del siglo pasado.

Se reduce la ayuda para el programa de Fomento y relaciones con las comunidades baleares del exterior en un 33%. Los viajes del director general d’Acció Exterior, Jordi Bayona, y la gerente de la Fundació Balears a l’Exterior, Pepi González, al exterior -en especial a Argentina- han sido y son numerosos. Con respecto a Argentina pienso que es muy poco lo que han sentido y visto realmente con respecto a las necesidades de los baleares en Argentina. El país tiene más de la tercera parte de su población debajo de los niveles de pobreza y entre ellos seguramente a unos cuantos baleares. En principio debieran mirar con detalle y cálculo en pesos argentinos las facturas que reciben por sus gastos de hotelería y comidas que el Pueblo Balear paga (al igual que los gastos del tema que me ocupa) y después dedicar unos momentos (no más de una hora) para observar precios en simples y comunes comercios de alimentos.

En referencia a esto, específicamente quiero comentar una reunión a la que asistí en el año 2007. Cabe destacar que la crisis económica mundial del modo como se produjo, ni se vislumbraba. En razón de ser el socio más antiguo de la Casa Balear de Buenos Aires, socio honorario y su contador honorario desde 1967, fui invitado por el entonces presidente de la Casa Balear de Buenos Aires, Juan Marí, a esa reunión del Consejo Directivo con las personas más arriba mencionadas.

En esa reunión el señor Jordi Bayona hablaba muy engoladamente de las ayudas que llegarían en esos días para los baleares necesitados de Buenos Aires. Mencionó, asimismo, que lamentaba no poder entregar todo el monto que tenía asignado por el Govern para dar ayudas, pues no tenían registro de más personas necesitadas para enviárselas. Reclamaba enfáticamente que el Consejo Directivo se ocupase de buscar más y más baleares necesitados para que recibieran ayudas del Govern. Le hice notar la situación económica de Argentina antes mencionada y lo difícil que resultaría –así como así- encontrar baleares necesitados. Por un lado, debido a que la idiosincrasia sanamente orgullosa de los baleares de no pedir ayuda y, por otro lado, al tener en cuenta que los directivos que trabajan para las Casas luchando para la difusión de la cultura balear, el mantenimiento de sus costumbres y hacer conocer la existencia, belleza y comodidades que para el turismo ofrecen las Islas lo hacen por amor a cada Centro, a sus antepasados y a las Islas en si mismas en forma absolutamente honoraria restando tiempo al descanso.

A los pocos días llegaron las ayudas. Con enorme sorpresa y disgusto me enteré que habían llegado varias ayudas personales (una sola por año) de 75 euros. Para dar una idea, eso representa (a precios de oferta) algo así como 36 kilos de carne con hueso y grasa (corte llamado asado) y res mes. Si se comiera la grasa y se moliera el hueso, serían poco menos de cien gramos crudos por día al año. ¡Vaya ayuda luego de tantas fútiles palabras dichas y reproches efectuados por el director general d´Acció Exterior i Relacions amb la Unió Europea, Jordi Bayona!

Para este año debo reconocer que los montos de cada ayuda individual han aumentado. En promedio resultan ¡30 euros mensuales! Ahora pueden adquirir (en las mismas condiciones que lo anterior) 14 kilos de carne mensuales aproximadamente. Ya podrán comer algo más. Valga la aclaración que he tomado el ejemplo de la carne por ser uno de los productos alimenticios esenciales más económicos en Argentina.

El año pasado, nuevamente invitado por el señor Juan Marí, fui a otra reunión similar. Un joven descendiente balear, integrante del Consejo Directivo, planteaba con un hermoso, profundo y juvenil idealismo cómo poder arreglar un patio de la Casa y entonces ayudar a chicos a practicar juegos allí y no permanecer en la calle dada la situación económica, social y educacional de Argentina. La respuesta del señor Jordi Bayona fue asombrosa: “Tú debieras hablarle a tu ministro de Educación y no a mi”. Sin comentarios.

Quiero dejar constancia de algunos recuerdos. Personales, pero sin duda compartidos por muchos hijos de baleares que vivieron iguales o similares experiencias a través de los años. Mi padre vino a Argentina desde Alaior, Menorca a los 17 años (en 1912), solo y con un atado de ropa. Enviado por mis abuelos para que no lo mandaran a cumplir el servicio militar al África y dejar allí muy probablemente su vida como sucedía con muchísimos baleares. Prefirieron no verlo nunca más, pero salvar su vida. Mi padre jamás regresó a su tierra, ni volvió a ver a sus padres y hermanos.

El día que yo nací, luego de saludar a mi madre y conocerme, me asoció a la entonces Protectora Balear de Buenos Aires. Pregunto: ¿Querría a su tierra? ¡Cuánta añoranza habrá sufrido a lo largo de su vida! Siempre me hablaba de su querida roqueta, de su familia, de los lugares que conocía de la isla. En mi casa familiar se mantenían las costumbres y comidas baleares (y las aragonesas por parte de mi madre). Muchos domingos por la mañana me llevaba al puerto y me explicaba donde se había bajado al llegar, sus vicisitudes y grandes miedos en la enorme Buenos Aires… y miraba allá a lo lejos en el río, tratando de acercarse a su Menorca.

Ahora quiero referirme a la frustrante decisión de la suspensión de la Operación Retorno para 2010 debido a ese recorte. Hay que mirar con el corazón y no con el bolsillo a los mayores que nunca volvieron a su tierra. No debió eliminarse. Me parece cuanto menos una falta total de cariño, respeto y agradecimiento.

Dadas las circunstancias económicas en el mundo y en Baleares, entiendo la reducción pero no la eliminación para los baleares mayores que nunca regresaron o no volvieron hace muchos años. Sería muy importante que algunos viajasen en el 2010 y que otros puedan mantener al menos la ilusión de hacerlo más adelante. Entiendo también que debe afinarse el control de las declaraciones de los solicitantes tanto para viajes, cuanto para ayudas, medicamentos a coste cero y al servicio de ayuda a domicilio. Otro tanto es válido para las ahora muy disminuidas ayudas para mantenimiento de las Casas y actividades culturales, que han llevado a la eliminación de varias actividades de difusión de la cultura balear.

Vuelvo ahora a recuerdos personales. En casa tenemos muchas fotografías de mis padres con familiares y amigos que siempre me contaban quienes eran y conocí a muchos de los que están en ellas. Pero en una hay varios hombres posando (vestidos como si fuera una comisión directiva) de la que nunca mi padre me había contado cosa alguna.

Pasados los años, y en nuestro primer viaje con mi esposa a Europa, fuimos en primer lugar a las Islas llevando en el corazón a mi padre para encontrar familiares con quienes habíamos perdido el contacto. Al conocernos y luego de la enorme emoción que eso representa, una prima trajo un libro sobre la Historia de la Educación Laica en Alaior. Me dijo: “allí hay una foto en la que está tu padre”. Al verla, casi salto: era esa fotografía. Era de los alaiorenses que residían en Buenos Aires y enviaban ayudas económicas para el mantenimiento de la enseñanza primaria en Alaior.

En ese libro –en medio de la historia- se detallan los importes que iban enviando cada uno, qué se hacía con el dinero, etc. Mi padre había venido a Argentina analfabeto. No creo que mi padre ni los demás paisanos se hayan planteado para cuantos alumnos ni de que forma se utilizarían los fondos que mandaban.

Cuando yo era pequeño, mi padre era muy estable en su forma de vida. A partir de algún momento, empecé a notar que dos o tres veces por semana al volver de trabajar se iba, pero no a su querida Casa Balear. Yo preguntaba, pero el silencio era la contestación. La respuesta me llegó muchos años después (él ya fallecido) de boca de un argentino-balear muy importante en la historia de la Casa: Mario Lozano. El me contó que –durante la Guerra Civil y posteriormente- los baleares que tenían talleres de calzado prestaban las máquinas y compraban los materiales para que los baleares humildes que eran obreros confeccionaran zapatos para mandarlos como ayuda a las Islas. Entre ellos estaba mi padre. El señor Mario Lozano por sus vinculaciones, lograba que llegaran a las Islas a través de Francia. Todos esos paisanos –tanto industriales como obreros, mi padre incluido- se habrán alguna vez preguntado ¿cuántos pares de zapatos eran necesarios?… ¿detalles de quienes eran los que los usaban?… Creo que no. Ayudaban y daban sin pensar cuánto, cómo, para quién y qué.

Otro recuerdo de mi niñez. Como todo niño pedía que me compraran golosinas. Mis padres me respondían que no podían comprármelas pues había que ahorrar (viví mi niñez en un hogar humilde) dinero para comprar alimentos y enviarlos mensualmente a España: un mes a Baleares y otro a Aragón. A mi me provocaba mucho enojo, pero pasados los años, siento un profundo orgullo por esa actitud de mis padres. Tampoco creo que ellos pensaran en cuántos y quiénes consumirían esos alimentos. Esto era muy común entre todos los baleares de Buenos Aires. Creo, asimismo, que a ninguno de ellos jamás se les habría ocurrido pedir detalle y razón de si eran o no necesarios y que aunque ”las cosas -como dice el conseller Albert Moragues- (vienen) vinieran mal dadas, aunque sea a costa de hacer desaparecer temporalmente otras golosinas (programas)” ellos sentían la profunda necesidad de ayudar.

Si la situación económica es tan seria, ¿porqué no se disminuyen los viajes de funcionarios al exterior y se deja de nombrar personal en la Fundació y consecuentemente gastar menos en burocracia si se recorta el presupuesto para las Casas en el Exterior?

De todo lo ayudado a los baleares residentes a través de los años de necesidad por los baleares emigrantes quitando beneficios de su propio hogar… del no tener horas de descanso… del trabajo de muchos de ellos por el mantenimiento del recuerdo y costumbres de las Islas… de la difusión e intento del conocimiento de la gente en general de las Islas… todo ello sin retribución económica alguna… de las golosinas deseadas y no comidas por muchos hijos de ellos…me pregunto:

Si leen esta carta, ¿Qué opinarán el señor conseller Albert Moragues, el señor director general d´Acció Exterior i Relacions amb la Unió Europea Jordi Bayona y la señora gerente de la Fundació Baleares a l’Exterior, Josefa González? ¿Cuál será el sentimiento del president del Govern Balear, Francesc Antich?

 

    • Miguel Angel Riudavets Villagrasa es el socio más antiguo de la Casa Balear de Buenos Aires, socio honorario y su contador honorario desde 1967.