Así se puso de manifiesto en la convención de candidatos autonómicos, donde el presidente e del PP, Mariano Rajoy, se presentó como el próximo presidente del Gobierno, comprometido con la moderación y el centrismo, y dispuesto a gobernar para todos. El líder de los populares dejó atrás el discurso de oposición para reafirmar su “alternativa abierta a todos”, “liberal, centrista y moderada”, capaz de recuperar la unidad y “luchar contra la división entre españoles”. Hizo una oferta política desde el PP pero dirigida a un espectro político más amplio, con clara vocación de buscar el apoyo de los votantes socialistas que se sientan desilusionados o defraudados por la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero.
Por su parte, el que es secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, hizo un llamamiento a los socialistas a no entrar “al terreno de la crispación, de la descalificación”. Ante más de 30.000 personas, en un acto celebrado en Dos Hermanas (Sevilla), Zapatero invitó a los socialistas a seguir trabajando “sin insultos”, para que España “siga creciendo económicamente” y “propiciando la mayor etapa de creación de empleo en España y Andalucía”, para seguir subiendo las pensiones más bajas y el salario mínimo, para “que este país tenga el liderazgo en I+D+I” y para que “los hombres y mujeres sean plenamente iguales” con la aprobación en marzo de la ley de igualdad.