NUEVA EMIGRACIÓN

Nuevo capítulo de una vieja historia: la nueva emigración española en Alemania

La crisis y la movilidad profesional han reactivado la marcha de jóvenes al país centroeuropeo

Rayco Rodríguez Plata y Elena García Minguillón.

Muchos contaban ya con experiencia internacional antes de emigrar, a través de estancias en universidades extranjeras con las becas Erasmus u otras becas de investigación o de postgrado, pero también de estancias cortas para el aprendizaje de lenguas o de prácticas de perfeccionamiento profesional.

La crisis económica, que tuvo un fuerte impacto en la situación laboral de la juventud española, afectó muy especialmente a jóvenes investigadores, que vieron reducida la financiación de las investigaciones científicas de golpe y, ante la falta de perspectivas, buscaron mejores condiciones para seguir desarrollándose profesionalmente fuera de España. Pero, aunque su situación y su marcha del país tuvo gran resonancia mediática, ellos no fueron los únicos en hacer las maletas. Entre los que decidieron buscar una oportunidad en el exterior, se encuentran también jóvenes carentes de recursos que, sin conocer el idioma y sin una cualificación adecuada, se lanzaron a la aventura, como ellos mismos suelen definir su emigración.

Alemania como destino

Por su fortaleza económica, Alemania, junto con el Reino Unido y Francia, es uno de los países más atractivos para emigrantes de la UE, también para los españoles. Ya desde 2014, la Agencia Federal de Empleo alemana mantiene en Madrid un centro de información, el Welcome-Center, que, en el marco de un acuerdo de cooperación bilateral entre el Servicio Público de Empleo Estatal de España (SEPE) y dicha Agencia Federal, ofrece información a las personas que busquen trabajo en el país germano, pero también a los que quieran cursar estudios en alguna de las Universidades o Escuelas Técnicas Superiores del país, o realizar una formación dual, subvencionada por el Estado alemán, que combina la enseñanza teórica en centros de enseñanza con el aprendizaje práctico en las empresas.

La emigración española a Alemania tiene ya una larga tradición y cuenta con una historia exitosa, pero la actual tiene otras características. Muchos de los emigrantes de hoy tienen una formación sólida y su objetivo es encontrar en este país un empleo que les permita adquirir experiencia profesional, avanzar en su carrera y situarse. Trabajar en cualquier cosa con tal de salir adelante y ahorrar para el retorno a España, como la generación anterior, ya no es la meta, de hecho, muchos llegan aquí ya con la intención de quedarse. También les es más fácil que a la anterior generación integrarse en la sociedad alemana, en la que suelen ser bien acogidos gracias a la buena imagen que tienen en este país los españoles de la llamada primera generación.

 

Aumenta el número de residentes

Mientras entre 2007 y 2010 se mantuvo prácticamente constante el número de residentes españoles en Alemania, en torno a los 106.000, a partir del dramático crecimiento del paro entre los menores de 25 años, que en 2013 alcanzó su punto álgido con más del cincuenta y cinco por ciento de jóvenes parados, comenzó un aumento paulatino de la emigración española hacia este país. A 31 de diciembre de 2016 se encontraban 163.560 españoles inscritos en el registro central de extranjería alemán (AZR). El número del registro consular era, con 159.024, un poco más bajo. La mayoría de los registrados tenían edades comprendidas entre los 25 y los 45 años. Estas cifras nunca son exactas, pues existe gran fluctuación y no todos se registran, pero dan una idea del número de españolas y españoles que, al tomar el camino de la emigración, eligieron este país como destino y, seguramente, seguirán haciéndolo mientras España siga, junto con Grecia, con la cuota de desempleo juvenil más alto de la UE (37,9 por ciento en noviembre de 2017, según el portal estadístico ‘Statista’).

A través del perfil de algunos protagonistas de la nueva ola migratoria española de este siglo, establecidos recientemente en Alemania, tratamos de dar una imagen de esta ‘nueva emigración’, los motivos que les movieron a venir a este país, cómo se sintieron al llegar, qué dificultades tuvieron que superar y cómo ven su futuro.

Elena García Minguillón es de Zaragoza y lleva 17 años viviendo y trabajando en Alemania. Tras una estancia con una beca Erasmus in Inglaterra y una experiencia laboral en aquel país, se vino aquí en busca de trabajo y lo encontró rápidamente en la empresa Philips Semiconductors GmbH en Hamburgo. Nunca trabajó en España. Dice que no tuvo dificultad alguna para encontrar trabajo y tampoco tuvo que homologar su título universitario para conseguirlo; con presentar a la empresa una traducción del mismo fue suficiente. Cuando más tarde se cambió a otra empresa, tampoco nadie se lo exigió.

Llegó sin conocimientos de alemán, para trabajar no los necesitaba, ya que con el inglés pudo arreglarse perfectamente, “pero ya en cuanto llegas a la cantina de la empresa ves que se necesita el alemán”, dice, y comenta que todavía no domina esta lengua como le hubiera gustado hacerlo. Quizá influye que su marido, alemán, habla también español y ambos tienen muchos contactos con otros españoles residentes en esta zona, sobre todo, con los que trabajan en la empresa aeronáutica Airbus.

Actualmente, ella tiene un empleo en Bilfinger Rotring Engineering GmbH , en Buxtehude, ciudad de Baja Sajonia cercana a Hamburgo, donde reside con su marido y un hijo de siete años. El horario laboral le permite coordinar perfectamente trabajo y familia. Piensa quedarse en este país, “por lo menos hasta la jubilación, pero quien sabe…”, duda. De momento viaja con mucha frecuencia a España, “reparto las vacaciones y voy cuatro veces al año, para no perder el contacto”, y añade, “para mí es muy importante que mi hijo viva las cosas que yo viví de niña”, como la Cabalgata de Reyes o la Semana Santa. Su empeño principal es que el chico crezca en un ambiente bicultural y bilingüe y se sienta por igual alemán y español, por eso, se implica en organizar clases de lengua para alumnos españoles y latinoamericanos de la región, con el apoyo de la asociación cultural de hispanohablantes de esta ciudad, Ronda Iberoamericana, a la que pertenece. En ese sentido, cuenta que el pasado año se puso en contacto con el Consulado español y los diferentes Consulados latinoamericanos de Hamburgo para buscar apoyos a estas clases, ya que en la provincia es muy difícil encontrar el número necesario de alumnos para organizar un Aula de Lengua y Cultura españolas, a las que tienen derecho los españoles, pero aún no los latinos. Las clases que organiza, con otros padres y madres, tienen lugar a pocos minutos de su casa, una solución muy cómoda, pero llevar a su hijo a las clases a Hamburgo, viviendo en la provincia, le resultaría demasiado complicado. Aun así, mantiene contacto con el Instituto Cervantes y lleva al pequeño a algunas de las actividades que allí se ofrecen para los niños.

Elena cree que, si las clases se pudieran hacer extensivas a todos los niños hispanohablantes, sería fácil formar un grupo con los alumnos necesarios, pero todavía no es posible, por eso pagan los propios padres a una profesora, que les da clase los viernes por la tarde en un Centro de Enseñanza Media, donde el ayuntamiento de la ciudad cede a la asociación, gratuitamente, un aula para ese fin. Mientras los niños participan en la clase, las madres y padres tienen ocasión de intercambiar opiniones y relacionarse, un punto de encuentro al que ya acuden a veces otros inmigrantes hispanohablantes para informarse y tomar contacto con el grupo.

Además de las clases, Elena organiza una vez al año, con otras madres, un teatro de marionetas en español.

Rayco Rodríguez Plata llegó a Alemania hace cuatro años, procedente de Las Palmas de Gran Canaria. Le habían hecho una oferta para trabajar como entrenador de balonmano en un club de deportes de un pueblo cerca de Hamburgo y no lo dudó. Si bien es cierto que en el momento de venirse estaba en el paro, dice que también tenía en España ofertas de trabajo, pero no quiso desaprovechar la ocasión que se le ofrecía en el país germano.

El deportista canario es ya muy conocido en el ámbito deportivo en toda la región “aquí me siento como en casa”, dice, y piensa quedarse. En la decisión influye Hanna, su novia alemana, con la que piensa formar una familia.

Anteriormente, había estado ya una vez en Alemania, en el año 2010; fue una estancia breve de dos meses, en los que participó en clases intensivas de alemán, por eso tenía ya conocimientos elementales del idioma y conocía un poco la forma de ser de los alemanes. Sobre sus impresiones sobre el país, dice que le sorprendieron, entre otras cosas, la seriedad de los alemanes en el trabajo, el ritmo de vida y los horarios de las comidas, pero subraya especialmente la buena acogida que le dispensaron, “todo lo contrario a los clichés” dice.

Al llegar, en 2014, paralelamente a su trabajo participó en los cursos de Lengua e Integración que ofrece el Estado alemán a inmigrantes de terceros países, en los que también pueden participar ciudadanos de la UE, previa solicitud y siempre que haya plazas disponibles y sus conocimientos de alemán lo requieran. Superados los cursos, Rayco sigue estudiando la lengua de Goethe, por eso, y aunque mantiene contacto con otros españoles de la región, se relaciona mucho con los alemanes, lo que favorece su integración y le ayuda a mejorar el idioma.

Es licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y, actualmente, trabaja como profesor en un instituto de enseñanza media, contratado por el Ministerio de Educación del land Baja Sajonia, pero se queja de la lentitud con que se está llevando a cabo la homologación de su título que, aunque teóricamente tendría que solucionarse en tres meses, ya lleva un año en trámite. Esta lentitud le está perjudicando económicamente, pues sin ella tampoco le reconocen oficialmente su anterior experiencia profesional en España, lo que se refleja en el sueldo. En ese sentido, no comprende que en la UE no estén armonizadas las titulaciones a pesar del Proceso de Bolonia, (suscrito por 30 Estados europeos en 1999 para crear un Espacio Europeo de Educación Superior armonizada), y se refiere a la Directiva 2005/36/C de septiembre de 2005 del Parlamento Europeo, relativa al reconocimiento de titulaciones. Critica también la gestión de la Comisión Europea, que debería supervisar que los organismos competentes de cada Estado miembro cumplan las normas y agilicen los trámites para el reconocimiento oficial de las titulaciones universitarias dentro de la EU. “será eficiente a nivel macroeconómico, pero no para los ciudadanos”, comenta.