La normalidad llegó al paso fronterizo de Melilla, en BeniEnzar, que separa España de Marruecos, después del bloqueo a la entrada de productos frescos del reino alauí y de las actuaciones de activistas marroquíes, que colocaron carteles en los que se denigraba a las mujeres policía españolas, en respuesta a las presuntas agresiones a ciudadanos marroquíes que denunciaban.
Tanto el bloqueo como las actuaciones contra las agentes españoles terminaron el pasado 18 de agosto, en una jornada en la que el director de la Policía y la Guardia Civil, Francisco Javier Velázquez, se reunió en Rabat con Brahim Boufous, director general de Asuntos Interiores; el jefe de la Gendarmería Real, teniente general Housni Benslimane; el director general de la Seguridad Nacional, Charki Drais, y el director de Migración y Vigilancia de Fronteras, Khalid Zerouali. Después, en un comunicado conjunto, España y Marruecos se felicitaron por la “calidad de la cooperación” entre sus “diferentes servicios” de seguridad.
En ese mismo día, el ex presidente del Gobierno José María Aznar, visitó Melilla, lo que provocó que desde el Gobierno de España se le acusase de “desleal”. El día anterior, el vicesecretario de comunicación del PP, Esteban González Pons, también se desplazó a la Ciudad Autónoma y calificó la situación en la frontera como de “máxima tensión”. Aznar se reunió con el presidente de Melilla, el popular Juan José Imbroda, y denunció que la Ciudad Autónoma vive “entre el acoso y la dejadez”.
El presidente del PP, Mariano Rajoy, defendió esta visita de Aznar.Por su parte, el ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE, José Blanco, dijo que el desplazamiento de Aznar es “una muestra de deslealtad al Gobierno” y “a España”, que “no ayuda” a resolver los incidentes registrados en la frontera.La normalidad de la situación en la frontera se visualizó con la visita del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, a Rabat, donde se reunió con su homólogo marroquí, Taieb Cherkaoui, y quedaron zanjados los incidentes.