Nadal se convierte en un gigante del tenis tras ganar el US Open y completar el ‘Grand Slam’

Derrotó a Djokovic (6-4, 5-7, 6-4 y 6-2) y entra en la historia como el séptimo jugador que logra los cuatro grandes

Rafael Nadal se ha convertido en el jugador más joven que logra el ‘Grand Slam’.

A bocados, a mordiscos cayeron París, Londres, Melbourne y ahora lo hace Nueva York. La ciudad que nunca duerme tampoco lo hará para el balear, que le da una dentellada bestial a la historia y lo hace con una voracidad natural, innata.

A Djokovic le hincó el diente hasta el tuétano, literal. Lo hizo en su terreno, sobre el Decoturf, esa pista donde la bola no da pausa y no digiere los liftados, esa superficie donde las rodillas sufren y el saque es más determinante que nunca, y además en unas condiciones climatológicas adversas para su juego: con frío, con lluvia y con una humedad que convirtió las bolas en pesos pesados.

El español salió al abordaje, penalizando la inconsistencia de su rival en el arranque y marcando el duelo con un ritmo frenético, asfixiante. La intensidad sorprendió al serbio, que a latigazos se mantuvo en el partido pese a perder el primer set y romper una raqueta contra el duro cemento neoyorkino.

La lluvia llegó como una bendición para Novak, y el parón trajo un bombardero desesperado del balcánico que acabó en balas de fogueo, mientras al otro lado de la red crecía la figura de Nadal, impertérrito, implacable, indomable. Desde este domingo, el balear ya sabe lo que es ganar en las cuatro catedrales del tenis mundial: la Philippe Chatrier, la Rod Laver Arena, el Central Court del All England Club y ahora, la Arthur Ashe. Se une al selecto club de jugadores (Donald Budge, Fred Perry, Roy Emerson, Rod Laver, Andre Agassi, Roger Federer) que consiguen los cuatro grandes y lo hace como el más joven, con tan solo 24 años.

El runrún de la victoria del español no fue fácil. El serbio le había ganado los tres últimos partidos en los que se habían cruzado, le había derrotado siete veces sobre cemento y desde hoy firma dos finales y dos semifinales en sus últimas cuatro participaciones en el US Open. No es casualidad, las casualidades no existen. Djokovic lo puso todo y dinamitó cada punto, cada juego, cada set: bombardeó hasta donde pudo y ganó alguna batalla, pero no una guerra que conquistó el temple de un jugador frío, calculador y con una brújula que gana los partidos por convicción.

La ofensiva final fue para el balear, que con su victoria se postula a otro club, el de los Majors. Ésa otro terna de inmortales en la que puede seguir sumando, restando con respecto a los mitos, multiplicando sus conquistas o dividiendo al mundo del tenis ¿Quién es el mejor de la historia? Roger Federer (16), Pete Sampras (14), Roy Emerson (12), Bjorn Borg (11), Rod Laver (11), Bill Tilden (10) y ahora Rafa Nadal, que consigue su noveno Grand Slam.

No hay palabras, no hay adjetivos, en realidad hace mucho que las crónicas sobre Rafael, Rafa, Rafita, se retuercen entre grandilocuencias sobre un chaval de Manacor que ha puesto el deporte español patas arriba, que rompe récords a ritmo de récord, que no muestra altanería, que es caballero en la victoria, que parece majo y dicen que lo es y que nos hace sentir parte de sus éxitos. Es Nadal, es uno de los nuestros.