Multitudinaria y fervorosa reunión por la Virgen del Rocío organizada por el Centro Andaluz de Rosario

La romería al aire libre se suspendió por el mal tiempo

Llegada de la imagen de la Virgen a la entrada de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen.
Personas de todas las edades se ataviaron con sus mejores galas para lucir el colorido andaluz en Rosario.
Durante el recorrido por las calles se sucedieron los cantes y bailes por sevillanas rocieras.

Con una gran alegría hubo una multitudinaria participación de esta devoción que tuvo su origen en Andalucía y ya se metió en el corazón de todos los rosarinos y rosarinas. Un otoñal domingo que no fue uno más. La Reina de las Marismas tuvo su fiesta, que fue un puente entre Huelva y Rosario.
Poco después del mediodía, la zona de la Plaza López fue tomando color, cuando comenzaron a llegar carretas típicas, jinetes, hermosas mujeres ataviadas con trajes flamencos, portadoras de colores vivos que contrastaban con la grisura del cielo. Todo estaba vestido de fiesta, listos para participar de una procesión que le cambió la cara a las calles de la ciudad. Acompañando a la Blanca Paloma en su camino, se entremezclaron la emoción, la fe, el llanto y la alegría. Hubo paradas en el recorrido, con cante y baile por sevillanas rocieras, las palmas al compás y los olés se multiplicaban entre la multitud.
Cante y baile todo el día
Y allí hubo misa rociera, baile flamenco, cante, guitarras y palmas flamencas en forma de aplauso. El final -ya entrada la noche-, fue con saetas, velas encendidas y un cielo iluminado con fuegos de artificio para despedir a La Blanca Paloma. Tanta luminosidad no hizo más que elevar y fijar en el firmamento la fe y el fervor que durante toda la fiesta estuvo entre las miles de personas que se hicieron presentes.
Detrás de los enormes parlantes que amplificaban la homilía del arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan, y el cante del Coro Rociero (el primero en Argentina) del Centro Andaluz, se encontraban las niñas y las jóvenes, vestidas de luces, lunares y mantones.
Todo el Patio Cívico se convirtió en templo, tablao y romería en uno solo. Sobre las escalinatas se acomodaban los peregrinos agitando pañuelos, vivando la imagen y demostrando elocuentes gestos de unción y respeto.
Paseo en carreta
Llegó la Virgen con los fieles hasta la imponente entrada de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, donde esperaban en la entrada el párroco Luis Rodríguez (hijo de andaluces) y el padre andaluz David Gómez. Es un momento muy especial la bajada de la Virgen de la carreta por los romeros para trasladarla hasta la entrada, lugar en el cual recibe junto a los fieles, la bendición del párroco.
Entre la multitud se abrió un camino con las jóvenes ataviadas con sus coloridos trajes y comienza el ascenso llevada en andas por los romeros, le sigue el Sinpecado, atrás, los estandartes y banderas de las asociaciones españolas y andaluzas. Son recibidos por el cante rociero del Grupo Cantares y al llegar al altar se ubica a La Blanca Paloma y al compás de ‘Cantemos Romeros’ comienza la Santa Misa Rociera.
“Es emocionante poder describir lo que se siente cada año en la devoción por la Virgen del Rocío. Sentimos en cada Rocío una mayor exigencia y compromiso, es emocionante revivir una vez por año el camino y la Misa Rociera en la cual Nuestra Señora se hace criolla y argentina, como en Almonte es brillante y andaluza”, dijo la presidenta del Centro, Norma Febrer Avila, a los periodistas de un canal local que junto con otros medios estaban cubriendo el acontecimiento.
Con otras entidades
“Todos los años recibimos delegaciones de comunidades andaluzas hermanas de otras ciudades de nuestro país. Muchos de ellos nos han tomado como ejemplo para poder realizar El Rocío en sus ciudades, hecho que nos llena de orgullo. Si año a año nuestro Rocío atrae a multitudes es porque ven y viven en él un fenómeno que los pone en contacto con sus orígenes, costumbres y vivencias”, añadió Norma Febrer Avila.
Todo el Rocío es sinónimo de fiesta, todo es fervor y alegría, la gente camina al ritmo de las carretas, de los balcones llueven las flores, se oyen aplausos y es intenso el movimiento de los mantones para no pasar desapercibidos. La función simbólica del Rocío, fenómeno religioso y cultural es inmensa y no es extraño que cada año la gente espere con ansias vivir un acontecimiento que se ha convertido en un clásico de Rosario y toda su zona de influencia (Gran Rosario).
La romería al aire libre abierta a todo el público se suspendió por mal tiempo, pero igual se realizó una hermosa reunión, más íntima, compartiendo dulces, café y chocolate. Hubo cante y guitarras flamencas, y baile flamenco en un ambiente informal y familiar.