Con su desaparición, la cultura española pierde a un intelectual de fecunda trayectoria, que entre sus logros redescubrió a Manuel Azaña -dedicó diez años a la recopilación de sus escritos y a la preparación de sus Obras completas– y divulgó, a través de multitud de publicaciones y cursos, la literatura y la Historia hispanoamericanas. Exiliado político desde los 19 años, Marichal era catedrático emérito de la universidad estadounidense de Harvard, y recibió entre otros reconocimientos la Medalla de Oro de Bellas Artes, que le fue otorgada en 1989, y el Premio Nacional de Historia, que obtuvo en 1996.
Nació en Santa Cruz de Tenerife el 2 de febrero de 1922 y se trasladó en 1935 a vivir a Madrid, el comienzo de una agitada peripecia que le llevaría de allí a Valencia, en 1936, y a Barcelona en 1937. En 1938 se trasladó a París, en donde cursó estudios en el Liceo que continuó a partir de 1940 en Casablanca, hasta finalizar el bachillerato francés. Viajó a México en 1941. Allí, durante cuatro años, estudió Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de la capital, al tiempo que trabajó como cajero nocturno en una fábrica y, más tarde, como profesor en el Instituto Luis Vives, un centro fundado por exiliados españoles. Marichal se trasladó más tarde a Estados Unidos, donde continuó sus estudios en la Universidad de Princeton gracias a una beca conseguida por mediación del historiador mexicano Edmundo O’Gorman. En 1949 recibió el título de doctor en Letras después de presentar una tesis sobre el padre Feijoo. Harvard, donde empezaría a impartir clases, será la universidad donde se desarrolle su historial académico: allí fue hasta su muerte profesor emérito.
Considerado uno de los grandes personajes de la cultura española de este siglo, Marichal fue asimismo investigador del ensayismo español y de sus ramificaciones ideológicas, desde el Renacimiento hasta Ortega y su generación.
Junto a la edición de las Obras completas de Manuel Azaña, que supuso uno de los capítulos más destacados de su carrera, el investigador también trabajó en las Obras completas de su suegro, el poeta Pedro Salinas. Además de sus revisiones de estas dos figuras del siglo XX, Marichal analizó las figuras de Unamuno, Ortega y Negrín.
El Premio Nacional de Historia, que recibió el 30 de octubre de 1996, distinguía la calidad de su obra El secreto de España, una colección de 20 ensayos en los que Marichal analiza el liberalismo español desde el año 1812 hasta 1978.
Entre otros galardones, el autor fue merecedor de la Encomienda de Isabel la Católica, en agosto de 2008, otorgada por el Rey Juan Carlos, y otorgada por el Embajador de España en México, Carmelo Angulo, «por sus méritos sostenidos y todo lo que ha hecho en nombre de España», según dijo en el acto de entrega en Cuernavaca. En su archipiélago natal recibió el Premio Canarias de Literatura en 1987.
«El mejor intelectual canario desde 1936»
El Gobierno de Canarias manifestó su «enorme pesar y tristeza por el fallecimiento» del intelectual y trasladó su «más sentido pésame tanto a su familia como a toda la comunidad cultural por esta significativa pérdida». «Las Islas siempre tendrán una deuda grande con él. Un canario ilustre conocido en los ámbitos intelectuales y académicos hispanoamericanos y estadounidenses, pero poco conocido fuera de los mismos», señaló el Ejecutivo en un comunicado.
«El Gobierno de Canarias quiere trasladar a los ciudadanos su reconocimiento a una trayectoria humana y profesional, así como a la enorme huella que ha dejado su impecable vida que, por si sola justifica el reconocimiento público a su memoria como un ilustre profesor, investigador e intelectual que sitúo el nombre de Canarias y de España en las aulas, bibliotecas y tribunas de universidades tan prestigiosas como la de Harvard», añadió el Gobierno insular. «Su compromiso con el tiempo que le tocó vivir es un ejemplo para todos, como un humanista íntegro que enlaza con la mejor tradición intelectual del exilio español en defensa de los valores democráticos, del pensamiento y de la cultura».
Por su parte, el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra, lamentó la «pérdida extraordinaria» que ha supuesto su muerte y opinó que Marichal «ha sido el mejor intelectual» que ha tenido Canarias «desde el 36 para acá». «Era un hombre tremendamente canario, nostálgico de su tierra, y la visitó con mucha frecuencia una vez que se aproximó la edad de jubilación» de la universidad americana donde ejerció la docencia, además de que también «visitaba frecuentemente el Puerto de la Cruz», subrayó Saavedra.