Miguel Sanz gobernará en minoría tras ser elegido en segunda vuelta presidente de Navarra

El dirigente de UPN lanzó una oferta de diálogo para dar estabilidad a la Comunidad

Con 24 votos a favor, 11 en blanco, una abstención y 14 en contra, Miguel Sanz obtuvo el sábado 11 de agosto la mayoría simple necesaria para salir reelegido presidente de la Comunidad Foral de Navarra. En la primera votación, celebrada el día antes, el candidato de UPN no logró la mayoría absoluta requerida, ya que la oposición formada por PSN, Nafarroa Bai e Izquierda Unida votaron en contra.
“Los once años al frente del Gobierno de la Comunidad Foral me han hecho ser cauto y exigente a la hora de abordar una nueva aventura gubernativa sin un respaldo de mayoría parlamentaria garante de la estabilidad institucional, social y económica”, dijo Sanz durante el discurso de investidura.
Un Gobierno en minoría que, según aseguró, no mantendrá “a cualquier precio”, anunciando a continuación que si no tendrá ningún inconveniente en convocar nuevas elecciones si se da una situación de permanente inestabilidad.
Por lo demás, centró su intervención en ofrecer diálogo a los grupos parlamentarios. En concreto, a los socialistas les lanzó una oferta de colaboración en política social, eje de la acción del nuevo Ejecutivo.
En materia económica, dijo que su principal objetivo será la creación de riqueza. “Apostamos por una desarrollo sostenible”, comentó. También anunció una reducción de la carga fiscal de las familias en al menos tres puntos y la creación de 15.000 nuevas viviendas.
En cuanto al tema de la seguridad, “una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos”, manifestó su intención de continuar con el desarrollo de la Policía Foral.
También se comprometió a agilizar la Administración local, con un mayor porcentaje del gasto público para los Ayuntamientos.
Mensaje a los nacionalistas
Sanz se dirigió también a los nacionalistas para mostrarles su discrepancia respecto a la “dialéctica” utilizada por éstos cuando hablan de Navarra como “problema, conflicto, contencioso o territorialidad”.
“Navarra, señorías, no tiene un problema de territorialidad y, por eso, Navarra no puede ser una solución política para ninguna fuerza política”, declaró, en relación a las peticiones de los partidos nacionalistas encabezados por Nafarroa Bai de incluir a Navarra en el denominado “problema vasco”.
Estas palabras fueron contestadas en el debate por el portavoz de NaiBai, Patxi Zabaleta, quien acusó a Sanz de haber intentado “falsear las señas de identidad” de la coalición para impedir que pudiera formar un “Gobierno plural y de progreso alternativo al de derechas de UPN y CDN”, con PSN e IU. También negó que en su programa se habla de “territorialidad”.
Por su parte, el portavoz de IU, Ion Erro, dijo que la investidura de Sanz estaba “profundamente viciada”, por la intromisión del PSOE, por lo que pidió nuevas elecciones.
El PSN no dudará en utilizar cualquier instrumento de control parlamentario, incluida la moción de censura, para realizar su papel de oposición. Así lo anunció su portavoz parlamentario Roberto Jiménez.
En este sentido, le pidió a Sanz “consenso” en la lucha contra ETA y “lealtad” al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Una propuesta que el candidato aceptó en el turno de réplica, diciendo que era una petición “asumible”. “Si hay que modular las políticas, se modularán”, dijo Sanz.


Dimisiones en el PSN como protesta por el veto impuesto desde Madrid

El que fuera candidato del Partido Socialista Navarro (PSN), Fernando Puras, dimitió tras ser desautorizado por la Comisión ejecutiva nacional del PSOE, al anunciar un principio de acuerdo con Nafarroa Bai e Izquierda Unida para formar un gobierno de coalición. Otros cuatro miembros de la Comisión Ejecutiva presentaron su dimisión días después.
La orden de la dirección nacional de romper ese principio de acuerdo y de permitir la elección de Miguel Sanz como presidente del Gobierno de Navarra, también causó malestar entre militantes del partido, que calificaron la actitud de Madrid de “intromisión”.
La crisis, a la que el secretario general del PSOE, José Blanco, trató de quitar importancia, se vio acentuada con la dimisión en bloque de la dirección de las Juventudes Socialistas del PSN. Y casi un centenar de militantes emitieron una nota denunciando “la imposición de voto al Grupo Parlamentario, incumpliendo el mandato de lo aprobado en el comité regional”, de intentar formar Gobierno con NaiBai e IU.