La muerte de los dos guardias civiles tiroteados por ETA en Francia marcó la celebración, en un acto más austero sin el tradicional cóctel de la recepción oficial, y que comenzó con un emotivo minuto de silencio que guardaron todas las autoridades e invitados, en su mayoría representantes políticos. Aunque el homenaje a los agentes asesinados fue anunciado para después del acto y en la escalinata del Congreso, finalmente tuvo lugar en el interior del Palacio, después de que varios centenares de ciudadanos abuchearan y aplaudieran, divididos, a los dirigentes políticos que iban llegando a la Cámara.
El presidente del Congreso, Manuel Marín, fue el primero en reclamar más “consenso” y “sentido del límite” a las fuerzas políticas para que no se repita otra legislatura “tan dura y tan ruda como la que hemos tenido”, un mensaje con el que personalmente cierra su trayectoria política y sus cuatro años de Presidencia. Después, José Luis Rodríguez Zapatero, a quien le pareció “atinado” el discurso de Marín, compareció ante la prensa para llamar al “entendimiento sincero” entre los partidos con el fin de lograr un frente común contra el terrorismo, si bien reconoció que esta unidad “llevará su tiempo”.
Comprometido a trabajar por ello “sin mirar para atrás”, Zapatero reveló que tras el atentado habló en tres ocasiones con Mariano Rajoy, y confió en que “todos los líderes políticos estén a la altura de la circunstancias”. El propio líder del PP admitió a continuación que apoyará al Gobierno “para la derrota de ETA” a pesar de que no le oiga decir que no volverá a negociar con los terroristas, y destacó: “Me gustaría escucharlo, pero no lo voy a exigir” . Rajoy remarcó que “hoy es más necesario que nunca poner en marcha la ilegalización de ANV y del PCTV”, una cuestión sobre la que ya se había pronunciado Zapatero, para quien la legalidad de ANV es “mucho más frágil hoy que ayer”, por su comportamiento tras el atentado.