NUEVA EMIGRACIÓN

La nueva emigración en México: jóvenes bien preparados y sin problemas de integración

El país cuenta con un total de 130.832 compatriotas registrados, el ´septimo con mayor número de emigrantes

Colas en el Consulado General de España en Ciudad de México.
Mercedes Pérez Escalante.
Carlos Mariscal de Gante y Javier Espino.

Esto se explica, primero, por la posibilidad de tener doble nacionalidad en varios países y segundo, por la famosa Ley de la Memoria Histórica que permitió a muchas personas recuperar la nacionalidad española de sus abuelos en todo el mundo.

Los países en los que viven más españoles son Argentina (448.050), Francia (243.582) y Venezuela (180.497). México ocupa el séptimo lugar con 130.832 registrados, de los cuales, 7.643 lo hicieron en 2016.

Y aunque las cifras son importantes, los expertos señalan que los datos del PERE están infra-registrados y el número real de españoles en el extranjero es mucho mayor, ya que la inscripción en los consulados es voluntaria y muchos de ellos no se dan de alta al considerar que su estancia será temporal -aunque residan varios años en el exterior- y que además, no les aporta ningún beneficio.

De turistas a inmigrantes

El 10 de noviembre de 2012 cambió la ley migratoria mexicana. Los trámites para obtener el permiso de trabajo se dificultaron. Antes era posible entrar con un visado de turista, buscar empleo y luego cambiar la naturaleza de la visa por una de trabajo. Ahora, el que entra como turista debe abandonar el país y tramitar el permiso laboral en un consulado mexicano en el extranjero, después de que el empleador (empresa contratante) inicie el procedimiento indicado ante el Instituto Nacional de Migración de este país.

Sin embargo, a pesar de todo, desde que empezó la crisis allá, la afluencia de españoles ha aumentado considerablemente. Según el Instituto Nacional de Estadística, son la tercera nacionalidad extranjera en el país, tras la estadounidense y la guatemalteca. La Secretaría de Gobernación estima que casi 8.000 españoles han conseguido su permiso de trabajo en los últimos cinco años.

Una larga historia

Las migraciones de españoles a México, al margen de las producidas durante el Virreinato de la Nueva España, comenzaron a ser significativas a partir de 1880. Entre ese año y 1930 arribaron a estas tierras alrededor de 30.000 personas, en lo que se conoció como “la primera oleada”.

En junio de 1937 llegaron, a bordo del buque ‘Mexique’ los llamados ‘niños de Morelia’. Eran 456 (según cifras oficiales, aunque otros documentos señalan que eran 476) de entre cuatro y 15 años de edad, que viajaron acompañados por un grupo de profesores. Se instalaron en Morelia -en la escuela España-México-, bajo la tutela de Amalia Solórzano, esposa del presidente Lázaro Cárdenas. Dos años después, a bordo del ‘Sinaia’, arribaron a Veracruz, procedentes de Francia, 1.600 refugiados, a los cuales se fueron sumando muchos más, hasta alcanzar la cifra de 25.000. El perfil de estos emigrantes era diferente a los anteriores, ya que no llegaban buscando mejorar su situación económica, sino un refugio de la guerra. Eran, en su mayoría, personas ilustradas, que participaron activamente en la vida cultural y académica de México y dejaron un legado muy importante que perdura hasta el día de hoy.

Actualmente, y a partir de 2008, México ha recibido una nueva oleada de españoles. Se trata de jóvenes (30-45 años) con una alta preparación académica (muchos de ellos con estudios de posgrado o especializados) que tienen proyectos personales específicos y que se consideran a sí mismos “exiliados económicos” y tienen la intención de regresar en algún momento a su patria.

La mayoría proceden de Madrid, aunque no necesariamente hayan nacido allí. Se han instalado principalmente en la Ciudad de México, Jalisco y Puebla. La mayor parte de ellos están casados o viven en pareja, y un porcentaje considerable de sus cónyuges posee la doble nacionalidad, mexicana y española.

Dos características nuevas se suman a esta nueva emigración. Por un lado, el papel que juegan las nuevas tecnologías, ya que a través de las redes sociales en Internet los jóvenes llegan con un mayor conocimiento del entorno e incluso, con ciertas relaciones sociales, gracias a los españoles que ya viven en México. Y por otro, la creciente presencia de empresas españolas en este país: Al día de hoy se tienen registradas 5.800. En estas empresas, gran parte de los ejecutivos son españoles y algunos de ellos han sido trasladados a México desde los puestos que anteriormente ocupaban allá.

Las expectativas

En casi todo proceso de migración la perspectiva de retorno está presente, a corto, mediano o largo plazo. Las redes sociales juegan un papel relevante en este proceso, ya que permiten al emigrante que llega entrar en contacto con personas en su misma situación en el nuevo país y, al mismo tiempo, mantener los lazos familiares y de amistad con su país de origen. Esto origina una situación compleja, ya que por un lado se integra más o menos rápido al nuevo entorno, pero nunca termina de desligarse del anterior.

La cosa cambia cuando se obtiene el permiso de residencia permanente, se adquiere la nacionalidad del país de destino o se forma una familia propia. Entonces, la persona puede proyectarse con más seguridad al futuro. Mientras tanto, todo queda en veremos.

La Ley de Memoria Histórica

Para entender el espectacular aumento de españoles en el mundo hay que hacer un alto en 2007, cuando se aprobó la ‘Ley de la Memoria Histórica’, cuyo objetivo fundamental fue reparar los derechos de las víctimas de la guerra civil y la dictadura, ampliando, entre otras cosas, el acceso a la nacionalidad española de hijos y nietos de españoles que se vieron forzados a emigrar.

Así, cientos de miles de descendientes de exiliados españoles en todo el mundo se convirtieron en nuevos ciudadanos españoles de origen. Cabe destacar que la ley, en la práctica, no acogió únicamente a republicanos exiliados por el conflicto bélico, sino que las fechas de los abuelos favorecidos, se prolongan hasta finales de 1955.

La entrada en vigor de esta ley tuvo en México un resultado significativo, ya que llegó a duplicarse el número de inscritos en el Registro de Matrícula Consular, es decir, el número de españoles registrados como residentes en los consulados de España en este país. En este caso en particular, la mayoría de los descendientes de españoles han podido conservar la doble nacionalidad -con doble pasaporte-, ya que no hay que olvidar que, a diferencia de lo que ocurre en otros países, México reconoce la nacionalidad por ‘ius solis’ (derecho de suelo) a todos aquellos nacidos en territorio mexicano, independientemente de la nacionalidad de origen de sus progenitores.

En las aulas universitarias

Profesor e investigador el primero, y alumno de posgrado el segundo, ambos llegaron de las aulas de Madrid a las aulas de la Universidad Nacional de México (UNAM), unidos por la pasión a las letras clásicas, aunque no al mismo tiempo.

Primero llegó Javier Espino (43 años) en 2013. Doctor en Filología Clásica, en concreto en Latín, quien aplicó para una plaza de investigador en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y vino a probar suerte. “Al principio -relata- fue duro como todos los comienzos, pero poco a poco me he ido integrando, he conocido personas que me han apoyado”. Y aunque en un principio la estancia era por tres años, la apertura de una plaza definitiva, a la cual Espino ya se presentó, extendería la estancia por tiempo indefinido en este país.

En su caso los trámites se realizaron desde España a través de la universidad, con lo cual llegó con el permiso necesario para trabajar en México. Y aunque no se ha registrado en el Consulado, si ha realizado algunos trámites burocráticos, relacionados sobre todo con la convalidación de títulos. Espino se relaciona con algunos españoles, pero más por casualidad, a través de su trabajo, que porque él los haya buscado, y de momento no le interesa pertenecer a ninguna asociación española.

Por su lado, Carlos Mariscal de Gante, de 25 años, llegó a la Ciudad de México hace apenas dos meses, gracias a Javier Espino, quien es su asesor de la tesis doctoral, y le avisó en diciembre del año pasado de una convocatoria para un doctorado en Letras Clásicas de la UNAM. Ya aquí, obtuvo una beca por parte del Consejo Nacional del Ciencia y Tecnología (Conacyt). “Javier fue mi profesor en el bachillerato, después seguimos la amistad y quise que él estuviese vinculado a mi tesis, y tuvimos la suerte de que el comité dictaminador le propuso a él como director de la misma”, explica Mariscal de Gante.

“Obtener la visa de estudiante fue muy fácil. Lo que no te permite es trabajar, pero sí estudiar y tener beca, que es mi caso”. Sus planes son terminar el doctorado que dura cuatro años y luego ya verá. Al igual que Espino, vino solo y ya conocía México, a través de congresos celebrados por la misma casa de estudios. “Desde entonces me gustó mucho la ciudad, el ambiente de trabajo, y me decidí a venir, además de que ya tenía varios conocidos aquí aparte de Javier. Lo bueno es que es una ciudad muy cosmopolita y enseguida te encuentras muchos españoles, argentinos, italianos…”. Hasta el momento, Carlos no se ha acercado al Consulado, aunque piensa hacerlo pronto porque quiere registrarse, que “sepan que estoy aquí, sobre todo después del seísmo que acabamos de pasar, y también para poder votar”.

 Una chica “todoterreno”

Más conocida como Chere, Mercedes Pérez Escalante nació en Toledo y reside en la Ciudad de México desde enero de este año, aunque estuvo aquí en el mes de julio de 2015, “vine a tantear el ambiente y saber si me podía trasladar aquí”. Estudió Ingeniería Geomática y trabajó en Madrid, en proyectos de accesibilidad para discapacitados en el distrito de Tetuán. Una vez tomada la decisión, se tomó un tiempo para cerrar ciclos personales y laborales en España y se vino a México a buscar trabajo. Al poco tiempo, ya con su permiso de trabajo (temporal de un año, renovable), consiguió trabajo en una empresa importante de Ingeniería.

El tema de la integración no representa un problema para ella, ya que lleva muchos años viviendo fuera de España, y se considera un todoterreno. “Me amoldo donde sea. Mi primer destino fue Angola en guerra, con 24 años, y fue la experiencia más difícil que he vivido. Pero siempre he intentado amoldarme al país al que voy, porque entiendo que uno está de extranjero y no puedes llegar invadiendo, sino al revés, yo quiero que me invadan a mí. No me cuesta integrarme, ni moverme, voy ligera de equipaje”, señala. “Siempre he dicho que como llevo tantos años así, tengo fecha de caducidad, lo que quiere decir que después de dos o tres años en un lugar, ya estoy nerviosa porque me quiero mover a otro sitio. Soy nómada, entonces integrarme no me cuesta y menos en México que somos muy parecidos.”

En sus planes no está regresar a España en el corto plazo. Está registrada en el Consulado porque le parece que es bueno que sepan que está aquí; pero prefiere relacionarse con gente del lugar, más que con españoles o extranjeros.