Con la ley en la mano

La diplomacia de la emigración

Por Ricardo Martínez Barros

Debo admitir que soy incapaz de poner orden los cientos de leyes, reglamentos, ordenanzas, directrices, jurisprudencia, circulares que se elaboran en el marco del denominado fenómeno de la migración: Tratados internacionales, leyes de la UE, leyes estatales, leyes de las CC.AA, y hasta decretos municipales…Y uno se pregunta ¿para qué esta “verborrea legislativa” si al final se mantiene una  evidente discriminación hacia este colectivo? Tal vez    haya que cambiar el “modelo” y buscar en  los principios de los que denominaríamos “diplomacia migratoria”, lo que no somos capaces de conseguir con tantas disposiciones

Diplomacia es una palabra que proviene del vocablo griego “diplo” (“doblado en dos”) y el sufijo “ma” (objeto). Y los diplomas, documentos oficiales que “iban doblados en dos”, contenían un texto de recomendación de una autoridad a otra, y los portadores de estos “títulos” se llamaban diplomáticos. La diplomacia mundial es un continuo trasiego de documentos “doblados” que buscan principalmente posicionar las estrategias económicas de cada país o empresa. Y los diplomáticos del s.XXI son los portadores de medidas y decisiones económicas, de manera que la diplomacia actual es una “diplomacia económica”, como así lo expresó nuestro Ministro de Asuntos  Exteriores y Cooperación, Sr. García-Margallo, en un artículo publicado en el diario Expansión el pasado día 20 de mayo de 2014.

De manera que si hay alguien que merece el trato de “diplomático económico”, ese debe ser el emigrante español, porque detrás de una capacidad infinita para generar dinero y acrecentar las arcas de Hacienda,  se halla la de exhibir la “marca España” en condiciones que no le iguala ni el más internacional de nuestros deportistas o personajes de la cultura.

Y si es así ¿por qué no se revisa el estado actual de las condiciones (políticas, económicas, culturales, sociales) en las que se halla la emigración española con un pacto de Estado que deje a un lado los intereses partidistas y evite tantas injusticias y desencuentros? Lo veo muy difícil o imposible con personajes que sólo arrastran resentimiento o venganza, que nada ofrecen constructivo y sólo les obsesiona alcanzar el poder para poder pregonar la maldad de los otros. “En un mundo globalizado la imagen de un país es la primera referencia de un producto o servicio en el exterior”, lo decía el mismo ministro, refiriéndose a las empresas españolas en el exterior, pero también podría estar refiriéndose a los emigrantes españoles. Es verdad que la imagen de España ha experimentado una sustancial mejoría si establecemos un punto de comparación entre las reuniones del G-20 de México y la de Australia. Y también es verdad que sigue  atufando el olor podrido de la corrupción. Pero atufa porque se ha descubierto y se está persiguiendo. Peor sería seguir tapándose las narices y convivir con tanta podredumbre con el gesto de “mirar hacia otro lado o hacia el lado del vecino”.

Ha transcurrido un año en el que los emigrantes han dejado sentir su voz en la calle y en los despachos. Se han rectificado decisiones injustas, como las relativas a las  medidas discriminatorias contra las pensiones de los emigrantes retornados o las que afectan a los medios de comunicación externa, pero aún falta mucho por hacer. Y me duele que, a la hora de legislar, sigamos cometiendo el error de “parchear” necesidades, cuando lo que procede es un gran esfuerzo en lo que denominamos “diplomacia migratoria” para que la imagen de los emigrantes sea algo más que un cromo de cambio ante las citas electorales. A ver si es verdad.