José Ramón Gómez Besteiro, tras visitar Casa de Galicia y reunirse con los directivos de la Asociación de Empresarios Gallegos y ministros uruguayos, vio “proyectos de futuro y nos vamos viendo en qué forma podemos aprender de Uruguay y colaborar porque tienen un potencial altísimo. Un país muy parecido a Europa y me llevo una imagen muy distinta con la que tenemos allí de que en Latinoamérica son todos los países iguales”.
El presidente de la institución provincial lucense aseguró que “este viaje está fundamentado en la necesidad de que la Diputación se convierta en una plataforma de confianza, que pueda ser interlocutor de negocios, y solamente por eso será un viaje rentable”, precisando que “si de esta visita se depara una sola operación económica será un éxito, pero vamos a trabajar para que sean más”, sentenció.
Una lucense de 101 años
Gómez Besteiro se llevó una gran sorpresa de encontrar a diez emigrantes de su provincia en el Hogar Español de Ancianos de Montevideo, pero mayúscula fue su emoción cuando Dolores con 101 años de edad le contaba lo que recordaba de su aldea natal, Losada de Abaixo. Dolores Varela fue ingresada hace veinte días, luego de que se pidiera a la comisión directiva presidida por José Pena que se la acogiera en el Hogar Español de Ancianos, debido a que no tenía familiares.
Dolores llegó a Montevideo con 12 años junto a su madre, quien trabajaba de cocinera en la residencia de la familia Jaume en la calle Yaguarón, próximo a la zona de Montevideo que por aquellos años de principios del siglo pasado se la conocía como Nueva Galicia, por la cantidad de residentes gallegos que vivían en conventillos y casas de la proximidad de la calle Galicia.
Ella recordó que había nacido en Losada de Abaixo, “que quedaba cerca de A Barrera, en Carballedo”, sentenciando con toda firmeza: “en Lugo, soy de Lugo”.
Dolores trabajó de sirvienta, según recuerda, primero viviendo con su madre en la casa donde ella cocinaba, la familia Jaume, y a los 20 años se casa con Eladio Labrallo, un asturiano con el que convive hasta su muerte, hace unas tres décadas. No tuvieron hijos, pero varios niños que ella ayudó a criar a sus amigas la arroparon después, hasta que por sus condiciones de salud no pudieron tenerla en casa, solicitando su ingreso al Hogar.
Pero Dolores tiene un poco de miedo de que la abandonen allí y pide que “no se olviden de mí, no se olviden”, un hecho que casi nadie quiere hacer al verla con esa lucidez a pesar de sus 101 años de edad.
Nos cuenta tras marcharse los visitantes lugueses que su marido era hincha de Nacional y ella también. “Íbamos al estadio a ver a Nacional. Recuerdo a Atilio García”, señalando con gran hidalguía y espíritu deportivo a un jugador de Peñarol, a otro gallego como lo fue Severino Varela: “sí, era un gran jugador y se apellidaba Varela como yo, jugaba con su boina”.
Sin dudas que la conversación de esta emigrante gallega es más que interesante, ya que recuerda de dónde viene, haciendo una asociación de cómo redactaba el sobre de su carta cada vez que le escribía a su familia: “Losada de Abaixo, A Barrera, Carballedo, Lugo, España”, afirma.
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El alcalde de Viveiro volvió a su ‘alojamiento’
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En este viaje iba el alcalde de Viveiro, Melchor Roel, quien vivió su juventud en Uruguay y fue deportado tras ser detenido en el penal de Punta Carretas por la dictadura en el año 73 tras su participación en la juventud comunista. Increíblemente en este viaje se alojó donde estuvo su antigua residencia obligatoria en esta ciudad, la cárcel de Punta Carretas, donde ahora hay un hotel y un gran centro comercial que a pesar de su nueva imagen, igualmente le hizo recordar aquella triste historia de este país que ahora tiene en el Gobierno a ministros y legisladores que fueron los guerrilleros de aquella época apoyados por más de la mitad de los votantes en las últimas elecciones. Roel fue calificado como “un gran embajador de Uruguay en Lugo, en España toda”, por Gómez Besteiro quien afirmó que “todo lo que dijo era cierto, pero teníamos que percibirlo nosotros”.
Y respondió a “la oposición que nos criticaba que por qué van en época de crisis: pues precisamente por eso, porque es importante establecer relaciones en un mundo globalizado, no podemos encerrarnos en una población de 350.000 habitantes, tenemos que salir, darnos a conocer con mucha humildad, como somos los gallegos”.