La Colectividad Valenciana en Chile reclama ayuda para los afectados por el terremoto

Lisarde resalta la necesidad de medicinas, ropa y alimentos

La madre Irene García (2ªderecha) con los miembros de la Colectividad.

Hace 15 días estuvieron en la zona del seísmo, Cobquecura, y según cuenta Lisarde “las autoridades están vueltas locas, y como personas no podemos concebir que pueblos enteros no se les dé importancia al desastre que tienen porque la zona o municipalidad no es de la tendencia del actual gobierno. Y es un gobierno que se dice católico, pero que en zonas desastradas aparecen con una gran tienda de campaña y pantalla gigante para ver los partidos de Chile con otras naciones, como si eso les arreglara el frío y hambre que sufren a la gente. También les hacen una tallarinada para el momento. ¡Siento vergüenza ajena!”
Para Lisarde “el mundo no ha sopesado la catástrofe de este país. El pueblo está acostumbrado a sufrir, pues esta situación se repite continuamente a lo largo de la historia de este país, al menos, cada 25 años. Esto hace como una capa de fortaleza, agudeza para sobrevivir, y también una cierta gracia o chiste o sonrisa ante estas dificultades. La imagen hacia el mundo es: “Señores aquí no ha pasado nada”; más de diez mil personas van a Sudáfrica a presenciar el mundial (algunos endeudados de por vida); el país entero se paraliza cuando juega la selección chilena. “Mucho circo, pero poco pan”. Ya no se acuerdan de cuanta gente ha desaparecido por el maremoto y que jamás volverán, pero como son familias enteras nadie reclama”.
Cuenta Lisarde que la Colectividad Valenciana visitó recientemente la Casa Madre de El buen samaritano, hogar fundado hace 32 años por la madre Irene García de Prado, “una leonesa con la grandeza y fuerza que le da el Señor para atender ahora mismo más de 300 personas abandonadas a su suerte, sobre todo después del terremoto ya que la mayoría de los hospitales de la zona (Molina, Curicó, Talca) se vinieron abajo y a algunos los enviaron a casa, otros a centros en mejores condiciones, pero los más necesitados y sin un céntimo y bastante mala salud se los han enviado a El buen samaritano”. Tienen personas en todos los pasillos, y salas, que eran para 4 con 9. La madre y una de las hermanas decían : “y a todos se les atiende por igual, limpiándolos y ayudándoles a comer diariamente”. “Se me ha caído el alma a los pies y el mundo encima, aseguró”.
La Colectividad Valenciana como tal en los días del terremoto recogió ropa y comida para la zona y ahora para esta casa de acogida convertida en hospital. “La Mare del Desamparats les multiplicará sus sacrificios con bendiciones sin igual. Hacen falta pañales, medicinas, ropa, alimentos. Sabemos que España está mal en este momento y por ende Valencia, pero miremos un poco al lado y veremos que hay mucha gente peor y ayudemos a esta causa”.