En la fresca y húmeda mañana del domingo 11 de noviembre, cuando aún resonaban los ecos de las gaitas que acompañaron el día anterior la misa de culminación de la novena en honor a la Virgen de Covadonga, desde muy temprano por los valles y montañas resonaron nuevamente los tambores, gaitas y panderetas para homenajear a Nuestra Señora de Covadonga, patrona de El Mollar y patrona de Asturias, ‘La Santina’ para los asturianos.
Luz y color como complemento de la música a través de los bailes de los jóvenes que llegaron desde muy lejos representando a los centros asturianos de distintas provincias argentinas, herederos de una tradición y cultura que los une en un mismo objetivo: la devoción a ‘La Santina’ y mantener vivo el sentimiento de amor por una tierra lejana de la que partieron sus padres o sus abuelos, y de esta cercana donde echaron raíces para fundar una nueva familia bajo el amparo de la Virgen de Covadonga siempre protectora y atenta a la felicidad de sus hijos.
Y junto a ellos, compartiendo esa misma devoción, ese fervor por la Virgen, el pueblo que salió a manifestarlo con rezos emocionados, ofrendas y pedidos en los pétalos de las flores arrojadas al paso de la Patrona, que recorrió las calles de El Mollar, bendiciendo a los que ponen su esperanza en su amor de Madre, que encontró cobijo en los corazones de los habitantes del valle aunados a los asturianos en una manifestación de profunda fe en su protección y auxilio.