La pretensión de la Casa Regional de Castilla y León en Móstoles es la promoción en su ciudad. Acercar las tradiciones con todo el carácter litúrgico y festivo que en otros lugares de Castilla y León se le da a este día. Para ello programaron diferentes actos encaminados a suscitar la atención entre los mostoleños para que se sumaran a esta fiesta. Los actos principales se desarrollaron dentro de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y su entorno.
En esta ocasión contaron con la estimable participación de responsables de muchas asociaciones y casas regionales de Móstoles. Como es tradición se invitó a participar al alcalde de Móstoles. Al no poder asistir, en su nombre estuvo Elena López, concejal adscrita a Presidencia.
Ella fue la encargada de entregar el bastón de mando a la nueva ‘alcaldesa’ Teresa Cestero, a la cual se le propuso este honor por la gran labor que desempeña dentro de la Casa Regional de Castilla y León en Móstoles. Actuó como testigo Enrique Fernández, presidente de la entidad.
Productos artesanales
Durante el acto litúrgico hubo lugar para que las socias, ataviadas con típicos trajes regionales, leyesen los pasajes bíblicos y recordatorios de la mártir Santa Águeda. También se hizo una ofrenda de cestas repletas de productos elaborados artesanalmente. Antes de finalizar la misa, y poniendo el colofón al acto, el grupo de la Casa, El Filandón, brindó y bailó en honor a la Santa y para todos los presentes.
Una vez fuera de la iglesia, la Casa Regional organizó una degustación de pestiños y rosquillas, hechas el día anterior con recetas de la tierra y de la que un gran número de socias participaron en la elaboración. También los socios prepararon una exquisita sangría (sin alcohol) para que todos los presentes pudieran repetir cuanto quisieran, mientras admiraban los diferentes bailes regionales que el Filandón interpretaba.
Después, todo el que quiso se unió a las comidas organizadas donde las mujeres, ejerciendo el poder en este día, decidieron que querían comer sin hombres a su alrededor, por lo cual éstos se tuvieron que ir a comer a un lugar donde además tuvieron que fregar los platos. Al final, todos terminaron juntos bailando al son del tambor y el pito leonés para cerrar una jornada festiva y reivindicativa de las mujeres.