Se inició la ruta en la provincia de Soria, en Medinaceli, población de origen romano, donde el visitante puede observar los restos de este antiguo pueblo en diversas manifestaciones, destacando los mosaicos, alguno de ellos de reciente descubrimiento; pasear por sus estrechas y laberínticas calles, hace que la rutina diaria quede aparcada en el subconsciente. Merece la pena observar detenidamente el Arco Romano, único en su género y la Fuente del Canal.
Agreda fue la siguiente ciudad a visitar, no sin antes degustar una sabrosa comida al estilo de la región.
Ya en Aragón, el Moncayo se percibe en toda su plenitud con el permiso de las nubes bajas que salpican el día. Merece la pena destacar la Plaza Mayor con su palacio Municipal. La Iglesia de San Miguel y el Convento y Museo de la Concepción. Tarazona, en la base del Moncayo, encrucijada de caminos de las tres Comunidades, conserva sus antecedentes visigodos, árabes, judíos, cristianos, entre otros, siendo uno de los lugares más emblemáticos de Aragón, sin olvidarnos del Monasterio cisterciense de Veruela y las muestras de construcción mudejar.
Finalmente, Tudela, con su Plaza de los Fueros, la catedral y su Museo, son objetivos que el visitante no puede obviar. Y en las horas cercanas al mediodía, no hay que dejar de darse una vuelta por los bares de pinchos, con un amplio surtido de pinchos a base de verduras y cazuelitas, todo ello regado por los vinos navarros, rosados, tintos y moscateles. Un amplio programa para un grupo de privilegiados que sin duda recordarán durante mucho tiempo.