Allí encontraron un día nublado, sin lluvia, apetecible para visitar con agrado los magníficos paisajes del Monasterio de Piedra. Recorrieron todos sus senderos cubiertos de grutas, cascadas, lagos y saltos de agua cristalina. Las abundantes fantasías que aporta el agua, hacen del lugar y del río Piedra un recorrido único.
La abundante y espesa arboleda enmarca las rutas de la zona, en un oasis radiante, teñido en un intenso color verde, donde la tranquilidad y calma solo es abatida por el cantar de los pájaros y salpiqueo de las aguas. Por instantes se encuentra en un paraíso del que no se desea salir.
Los socios asistieron también a la exhibición de vuelos que realizan con las aves rapaces, águilas, buitres, halcones, buhos, etc., todo excelentemente presentado y coordinado por jóvenes profesionales. Después de reponer fuerzas en el restaurante, visitaron el Monasterio Gótico Cisterciense del siglo XII, construido bajo el control de la orden de los monjes del Monasterio de Poblet.
En sus museos, pudieron contemplar como antiguamente elaboraban el vino, a la vez que observaron la Cocina Monacal, donde los monjes que habitaron el Monasterio fabricaron el primer chocolate con el cacao traído de América.
La tarde se ocupó con una visita por Calatayud y sus zonas mas emblemáticas, hasta llegar al hotel para cenar y descansar. Con la llegada de la noche, hizo acto de presencia la lluvia de forma ostensible, lo cual ya no causó molestias.
El domingo, con sol radiante, tempranito iniciaron el camino hacia Zaragoza, allí visitaron El Pilar, la Seo, la Lonja, el mercado medieval y tras un recorrido por las calles típicas, de nuevo en un buen restaurante de origen vasco, dieron cuenta de un excelente almuerzo. Tras el deleite del café y realización de las ultimas compras de recuerdos, iniciaron el regreso hacia Sant Boi. Atrás quedaba el placer de haber vivido un fin de semana intenso y repleto de buenas vivencias, alegrías y amistad. La próxima salida sera por tierras extremeñas.