Nueva Emigración

José Benito López Carballedo, una muestra del tesón y la iniciativa de los emigrantes españoles

Originario de Castroverde, en Lugo, se ha convertido en un empresario de renombre en Argentina

José Benito López Carballedo en su despacho del Club Español de Buenos Aires.

Si hay una característica que ha definido al emigrante gallego en Argentina es el de haber logrado, gracias a su esfuerzo, trabajo y dedicación, progresar económicamente y brindarle un futuro mejor a sus familias, tanto los que iniciaron en su nuevo país de residencia, como así también tener la satisfacción de poder ayudar a aquellos que quedaron en su tierra de origen.

Son miles los casos de emigrantes, muchos de ellos gallegos, que llegaron al país austral durante las décadas del 40 y 50 del siglo pasado, sin nada más que una valija llena de ropa e ilusiones, pero que con mucho empeño lograron en pocos años lograr el sueño de poner en marcha sus propios emprendimientos.

Un claro ejemplo de este “hacerse la América” que pasó de ser un sueño a una realidad es la de José Benito López Carballedo, un gallego nacido en 1935 en Castroverde, provincia de Lugo, que emigró a Buenos Aires en 1952 y que con mucho esfuerzo llegó a transformarse en un empresario de renombre y en una de las personalidades más distinguidas de la colectividad española, siendo presidente del Club Deportivo Español, el Hospital Español de Buenos Aires y el Club Español, en el cual va por su cuarto mandato consecutivo, recibiendo además en 2005 la Medalla de Galicia, en su categoría de bronce, de manos de quien entonces era el presidente de la Xunta, Manuel Fraga Iribarne.

Pero este trayecto exitoso tuvo, como para todos los emigrantes, un comienzo difícil que significó trabajar “de lo que había o de lo que se conseguía, como lo hacían todos los emigrantes de aquella época”, como recuerda López Carballedo en diálogo con Nueva Emigración.

Uno de sus primeros trabajos lo consiguió en una zapatería, en donde las largas horas de labores eran compensadas cuando se iban acrecentando los pesos que mes a mes se iban destinando a guardar para poder cumplir el sueño del negocio propio: “Nos conformábamos con menos y ahorrábamos mucho”, subraya.

Fue así que al poco tiempo pudo poner en marcha su primer emprendimiento, un almacén, uno de los rubros más comunes entre los gallegos de aquellos años (basta recordar que el padre de Manolito, uno de los personajes más entrañables de la tira ‘Mafalda’ del genial Quino tenía justamente uno de estos negocios), aunque lo tuvo sólo por un año porque se dio cuenta “que no era lo mío”.

Finalmente, a partir de algo que empezó como un pequeño emprendimiento dedicado al fraccionamiento de agua lavandina, luego ampliado a los detergentes y al hipoclorito de sodio, desembocaría en una empresa de productos químicos que fue creciendo año a año. “De a poco fui creciendo como un pequeño empresario que a partir de pasos firmes pude llegar a una economía rentada de la que podía vivir yo y mi familia”, sostiene con orgullo.

El éxito que tuvo como empresario químico le permitió diversificarse hacia otros ámbitos, principalmente el de la explotación agrícola ganadera, lo cual, a su entender, fue un paso lógico dado su origen: “Los gallegos que emigrábamos en aquella época veníamos casi todos de zonas rurales y por eso para mí fue algo natural, me gustaba mucho el campo, allí nací y fui criado”.

La humildad de López Carballedo, quien sigue diciendo que sus empresas son pequeñas, le evitan dar cuenta del gran éxito que tuvo como empresario. Es conocido su amor por la aviación y ya es leyenda entre la colectividad sus vuelos de Buenos Aires a Galicia y viceversa pilotando su propio avión, algo seguramente impensable cuando llegó al puerto del Río de la Plata a mediados del siglo pasado “con una mano detrás y una delante”.

López Carballedo está convencido de que, así como él logro el éxito, cualquier emprendedor español que se lo proponga en la actualidad también podrá lograrlo: “Ninguna época fue fácil, siempre fue difícil, pero dando pequeños pasos se pueden lograr los objetivos que uno se plantea. Cuando yo vine mi hermano se quedó en Galicia, en una época que era muy dura, pero con el tiempo también le fue muy bien a él. Yo siempre digo que hay que saber aprovechar las oportunidades porque el sol sale para todos”, concluye.