Es difícil resumir en unas líneas lo conseguido en Andalucía desde aquella fecha histórica y lo que representa para los andaluces. El verdadero significado de cada día de autonomía simbolizado en el 28 de febrero depende de experiencias personales variadas. Muchas vivencias serán ‘in situ’ y otras en la distancia. Por ello, es un día para reflexionar en esos términos y, si es posible, mejor compartirlo entre generaciones. La experiencia aporta la perspectiva histórica para valorar los avances de nuestra Comunidad Autónoma. Saber de dónde venimos, cómo hemos llegado hasta aquí y qué dificultades tuvimos es conocer los cimientos de nuestra realidad actual.
La historia nos dice que aquel 28-F de 1980 millones de hombres y mujeres daban la salida a una carrera que ha supuesto la mayor transformación social, económica y cultural de Andalucía. Una carrera de fondo pero al mismo tiempo de obstáculos que, después de tres décadas, sitúa a nuestra comunidad integrada plenamente en la esfera de las sociedades más avanzadas y muy alejada de esos tópicos que desde algunos sectores se esfuerzan en mantener. Quizá la auténtica magnitud del proceso de modernización se perciba mejor desde fuera.
Hoy, para Andalucía, para los andaluces y andaluzas, es motivo de satisfacción todo lo que democráticamente se ha conseguido en igualdad de oportunidades, en educación, en investigación, en servicios sociales, en transporte y comunicaciones y en tecnologías de la información. La población andaluza en el mundo cuenta con un conjunto de garantías que están establecidas en nuestra norma institucional básica, el Estatuto de Autonomía de Andalucía, en pie de igualdad con los residentes en la Comunidad.
La aportación de los andaluces en el exterior sigue revistiendo un valor singular y extraordinario. A través de ellos, nuestra Comunidad proyecta lo mejor de sí misma y se permite aprovechar lo mejor de otros pueblos y culturas, porque constituyen nexos para el desarrollo mutuo en ámbitos como el económico, social y cultural.
Ahora nos queda mirar al futuro haciendo lo que sabemos hacer, pero haciéndolo mejor. En esta nueva etapa hay que tener presente que las oportunidades van indisolublemente ligadas a los retos, cada vez más complejos, que exige una sociedad globalizada e interconectada. Nuestra posición es ventajosa porque tenemos y hemos demostrado plena capacidad para afrontarlos y, sobre todo, porque contamos con una generación de jóvenes repletos de vitalidad, iniciativa y creatividad llamada a protagonizar un nuevo impulso para Andalucía.
Víctor Hugo escribía: “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”. Valentía, pues, para todos los andaluces y andaluzas en el mundo.