Recordó que la Loreg prevé que la mesa electoral tenga un máximo de 2.000 personas. Así, con la dispersión de los ciudadanos en el exterior habría que habilitar más de 400 mesas y algunas en territorios donde no hay consulados ni embajadas. A pesar de todo ese esfuerzo, algunas deberían cubrir un millón de kilómetros cuadrados.
Aparte de montar un sistema imponente, opinó que “es preciso montar una administración electoral, un sistema de recursos, mesas, con multitud de problemas en países no democráticos”. Tampoco se podría sancionar al presidente de mesa que no ejerza, mientras que en España le tocaría cárcel.
Todo este despliegue sería, según Elorza, “ridículo”, porque para el secretario de Asuntos Consulares lo que hace que los españoles voten en el extranjero es el sistema de correo. “La prueba es que cuando el sistema de correos funciona bien la participación es elevada. En Argentina, por ejemplo, se han alcanzado porcentajes del 40%; en Cuba, de más del 30%; en Montevideo, de más del 20%”.
Sobre las acusaciones de fraude, considera que sería realmente complicado: “Alguien tiene que coger la saca en el aeropuerto antes de que realice su distribución. Es una operación bastante complicada y requeriría la complicidad de la policía, del correo, del aeropuerto, etc”.
Por otra parte, tampoco se mostró a favor de la exigencia de que el voto esté acompañado de fotocopia del DNI o del pasaporte, ya que el efecto que esa obligación ha producido es que el 22% de los votos haya sido nulo en las últimas elecciones. “Con lo cual tampoco es la solución. La solución está en manos de los servicios de correos de los países terceros. Cuando funcionan no hay ningún problema”.