Homenajean en Montevideo a Pepe Montoya, maestro del baile español en Uruguay

El acto tuvo lugar en el Centro Gallego, donde formó el Ballet España en 1949

Intervención de Jorge Torres ante Pepe Montoya.
Una de las actuaciones.

José Lage, hoy con 95 años de edad, llegó del interior coruñés de pequeño junto a su madre y hermano, a unirse con su padre Manuel que ya estaba trabajando en un banco.

‘Pepe Montoya’ fue el nombre artístico que adoptó como bailarín, luego de tener que luchar contra el infranqueable padre que no deseaba de ninguna manera que su hijo fuera artista. Igualmente logró trascender tanto en su carrera de bailarín, como también en la de director, adquiriendo conocimientos de los bailes tradicionales españoles, regionales y en particular del flamenco, formando en 1949 el Ballet España en el Centro Gallego de Montevideo, a la que define como “su casa”.

Justamente, esta casa la más antigua en toda la diáspora gallega, le preparó un homenaje el pasado viernes 18 de noviembre para festejarle la nominación de Premio Colón 2011 por parte de la Federación de Instituciones Españolas del Uruguay. Allí estuvieron parte de sus alumnas y alumnos, muchas de los cuales son actualmente profesoras de baile en distintas instituciones de la colectividad española y también en academias privadas.

El espectáculo tuvo un recorrido magnífico por los bailes que el maestro Montoya les enseñó, y nada mejor para describir al maestro homenajeado que recordar lo que escribiera Eduardo Blanco Amor en la mitad del siglo pasado: “Pepe Montoya es un autodidacto en una de las artes de más severa aprendizaje, el baile andaluz. Lejos del magisterio tradicional de las escuelas españolas y de la impregnación del ambiente racial que son los que van modelando con sus lecciones el alma y el cuerpo de los bailarines, Montoya consigue llegar a su arte concisa, ceñida, clásica, con estilo que parece estar de vuelta de tantas cosas”.

Y añade el escritor gallego: “No sé cómo fue posible este milagro, pero ahí está. Un arte maduro, reflexivo y suelto a la vez, una espontaneidad fluida y controlada al mismo tiempo; una emoción viril donde es tanto lo que se insinúa como lo que se dice, es una sabiduría de las formas, junto con una admirable plasticidad, hecha de ritmo y de fuerza interior. He aquí algo que puede decirse de este bailarín intuitivo, magnífico, que desenvuelve en Uruguay la lejana semilla de un arte misterioso, ritual, que hasta él era un arte de iniciación directa en los ritos de Andalucía”.

Tras el final del espectáculo el maestro fue llevado al escenario y sentado en una silla y aún pudo reflexionar sobre el espectáculo, calificarlo y dar recomendaciones a sus discípulas.El presidente del Centro Gallego, Jorge Torres, le agradeció y recordó la importancia de Montoya en la institución, al tiempo que sus alumnas y alumnos le regalaban un abrazo que le emocionó hasta el llanto.