El partido fue más igualado que las semifinales de Tokio la semana pasada entre los dos mismos contendientes (Murray ganó allí 6-2 y 6-3), pero terminó inclinándose hacia el lado del escocés que ha ganado las cinco veces que se han enfrentado en pista dura, con un balance general de 5-3. Ferrer le ha vencido en los otros tres, pero en tierra batida.
La lucha se desencadenó desde el primer momento con larguísimos intercambios desde el fondo de la pista y con una rotura inicial por cada bando. Murray estaba más fresco de ideas y con un saque más resolutivo, quizás porque salvo su encuentro inicial contra el suizo Stanislas Wawrinka a tres sets, los dos últimos han sido en dos, y además pasó ronda sin jugar en uno, porque su rival (Dmitri Turnsunov) se retiró por lesión.
Para Ferrer, que tuvo que salvar tres bolas de partido contra Juan Carlos Ferrero y luego pelear siempre a tres mangas con el resto de sus rivales, las condiciones han sido diferentes. Pero pese a ello se agarró al partido con uñas y dientes, haciendo un gran despliegue físico como suele ser habitual en él. El sueño de ganar su primer Masters 1.000 en su tercer intento llevó a Ferrer a correr todo lo que su cuerpo aguantó, porque su saque, muy eficaz en los partidos anteriores, no le ayudó esta vez, cometiendo cuatro dobles faltas y entregándolo en cuatro ocasiones.