Falleció Manuel Gómez, un emigrante que sembró galleguidad desde la pampa argentina

Unió a miles de internautas amantes de la tierra gallega a través de la red ‘Fillos de Galicia’

Manuel Gómez Díaz, o simplemente ‘Manolo de la Pampa’, como le conocían sus amigos de la organización internacional ‘Fillos de Galicia’, dejó sorpresivamente éste mundo hace un par de semanas.
Manolo había mantenido en el fondo de su corazón las historias de sus padres de las aldeas de Estormir y Cubilledo, en Baleira, provincia de Lugo. Tan así fue que antes que las computadoras fueran corrientes en la sociedad, buscó a través del correo postal datos de su familia hasta que dio con ellos.
Antes de terminar el siglo pasado fue a España, y cuando estaba en Madrid esperando el bus que le llevaría a recorrer Europa en un viaje organizado que había comprado en Argentina, vio uno que ponía de destino: Lugo. Sin pensarlo dos veces, compró los pasajes para ese autobús y así fue como junto a su esposa Nelly, por primera vez se encontró en las aldeas de sus padres, frente a su familia gallega, escuchándolos hablar la lengua intimista de sus padres.
Buscar las raíces
Manolo fue siempre un hombre de buen comer, le gustaban las exquisiteces y en el sur argentino hacía chorizos españoles, tal como recordaba la receta de su padre almacenero. Pero demostraba su gran generosidad compartiendo esas deliciosas ‘facturas’ con cuantos amigos llegaban a su Castex donde vivía, o cuando viajaba a Buenos Aires para reunirse con sus ‘hermanos gallegos’.
Esa era la definición que Manolo le había contagiado a todos sus amigos que tenían algo en común, sin importar qué ideología profesaran, a qué partido votaran o que opción sexual tomaran para su vida, el termino ‘hermano gallego’, nos unía a todos por igual y así lo hacía vivir a cada momento cuando realizábamos bajo su impulso frecuentes ‘xuntanzas’ en Buenos Aires, término medio que nos permitía a los de otras regiones llegar hasta allí.
Manolo incentivaba a todos sus miles de conocidos con los que mantenía contactos por mail y por teléfono, de toda América y gran parte de Europa, a buscar sus orígenes, con una frase que estampaba junto a su firma: “quién olvida las raíces pierde su identidad”.
De esa forma fue tejiendo una red que abarca a millares de personas que hoy extrañan sus mensajes llenos de profunda devoción por Galicia, difundiendo desde sus costumbres hasta su geografía, permitiendo a quienes aún no la conocen, a viajar dentro de ella tan solo leyendo un mail.
Sin embargo, su producción ha llegado a su fin, Manolo de la Pampa ya no volverá a escribir un mensaje más a sus amigos.
Y aunque a todos nos duele mucho esto, creo que hay hombres a los que no se les puede llorar cuando mueren, hay que imitiarlos, y Manolo de la Pampa era uno de ellos, de los que desparraman entre nosotros la semilla de la hermandad gallega.