En 1952 emigró a Cuba, donde trabajó en el sector de la joyería y la relojería hasta su jubilación. Formó parte del Centro Gallego de La Habana y de varias asociaciones comarcales y culturales gallegas en la Isla, en algunas de ellas llegó a ser directivo, como ‘La Baña y su comarca’, ‘Rosalía de Castro’, e ‘Hijos del Ayuntamiento de Buján’.
Fue una figura carismática dentro de la colonia gallega y española y un activo trabajador social en pro de la colectividad, además de un ejemplo de galleguidad, distinguiéndose por su gran concepto de la amistad, su rectitud y su honestidad.
Su pérdida constituye un gran pesar para la colonia española asentada en Cuba. Al fallecer deja dos hijas, tres nietas y un biznieto, que también lleva su nombre.