Con la Ley en la mano

Entre la indignación y la prisión permanente

Por Ricardo Martínez Barros

Joaquín Marqués, profesor de la Universidad de Barcelona, ha elaborado un interesante trabajo sobre el ‘cliactivismo’ (‘clicktivismo’ o ‘slacktivismo’) neologismo que define el comportamiento de los que interactúan, generalmente, a través de las redes sociales, para expresar o captar opiniones, pero sin moverse de su sillón.

Dice el profesor que el comportamiento del “cliactivista, por lo general, es poco reflexivo. Si una petición le despierta simpatías, no dudará en firmarla Y más aun si se la envía un amigo por WhatsApp, o se la recomienda un influencer de su confianza…”.

Todos nos indignamos por algo. Las redes sociales se llenan de ‘indignados’, pero también de ‘seres indiferentes’. La indiferencia y la indignación se solapan. La indiferencia sirve para sobrevivir al fracaso de los sueños colectivos. La indignación carga contra los demás las responsabilidades

Visito distintos países de Sudamérica, y en un día cualquiera trato de buscar un nexo común entre las noticias que se publican a un lado y otro del Atlántico. El mismo día que aquí se descubre el cuerpo de Diana Quer, la chica presuntamente estrangulada por una ‘bestia humana’, allí, en Argentina, una menor asesina a su novio, al que le profesa amor después de muerto. Y en el país vecino. Uruguay, detienen a un jefe sindicalista argentino, con cientos de millones y propiedades en su poder, difícil de justificar.

El nexo común que sostiene a estos ejemplos es la INDIFERENCIA Y LA INDIGNACIÓN, expresada a golpe de ‘click’ La INDIGNACIÓN es EMOCIÓN. Y son los momentos emotivos los que conducen a las masas, guiadas por el ‘clicktivismo’, a solicitar medidas que intenten frenar lo que se consideran conductas contra la convivencia ciudadana. Los afectados piden para estos delincuentes que se les aplique la PRISIÓN PERMANENTE REVISABLE, y la sociedad asiste indiferente a esa petición, aunque seguirá indignada ‘clickeando’ desde su sillón.

No soy contrario a la PRISIÓN PERMANENTE REVISABLE. Y las razones ético-jurídicas que puedo esgrimir son tan consistentes, posiblemente, como las que se pronuncian de adverso. Pero ¿Desde cuándo los asesinos y violadores deben gozar de más derechos que las victimas? ¿Cuántos años sin poder ejercer sus derechos fundamentales le quedan a los muertos por asesinato? ¿25, 30? Mientras la ciencia no demuestre lo contrario, los muertos siguen muertos permanentemente. La muerte no tiene ‘revisión’. Pero a los asesinos sí se les puede revisar su pena. ¿Qué derechos hay que proteger con más intensidad, los de las victimas o los de los verdugos?

Hay una sociedad indignada y, a la vez, hay una sociedad indiferente. La indignación nos provoca emociones encontradas. Y ahí nos quedamos. Creo que ya es tiempo de pasar de las emociones a las propuestas y a las acciones concretas. ¿Cómo?

Eso lo analizaremos en el siguiente artículo.