Los che superaron al Inter de Milan en los octavos mientras que Barcelona y Real Madrid sucumbieron ante Liverpool y Bayern de Munich, respectivamente. Un final triste para dos de los principales favoritos.
El partido de ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones entre el Chelsea, entrenado por el portugués Mouriño y el Valencia se jugará el miércoles 4 de abril en el estadio de Stamford Bridge, según confirmó la UEFA.
El encuentro de vuelta se disputará en Mestalla seis días después, el martes 10 de abril en un estadio lleno, como ya ocurrió en el choque de vuelta de los octavos de final cuando el Valencia se enfrentó al Inter de Milán. Así pues, el partido correspondiente a la vigésimo novena jornada de Liga entre el Athletic y el Valencia se disputará el sábado 7 de abril en San Mamés.
Y es que el equipo che es el único representantes españoles que continúa en la Liga de Campeones. El Valencia se clasificó para los cuartos de final de la Liga de Campeones después de empatar a cero contra el Inter de Milán en Mestalla y hacer valer la igualada a dos de la ida, con lo que se cobra las deudas deportivas que tenía pendientes con la escuadra italiana.
El conjunto valencianista pasó con un punto de sufrimiento ante una Inter que sólo apretó en el último cuarto de hora de partido y que nunca pudo con la férrea defensa local.
Las grandes decepciones fueron el Barcelona y el Real Madrid. Los culés, que tenía que remontar un 1-2 ante el Liverpool en Anfield Road, rozaron la remontada gracias a un gol de Gudjohnsen a un cuarto de hora para el final, pero se despidieron en los octavos de final del sueño de revalidar el título de la Liga de Campeones con una victoria insuficiente en Anfield en un partido en que defraudó y fue inferior durante casi todo el encuentro.
El Liverpool se merendó a los azulgrana durante la primera parte y mereció haberse ido al descanso con ventaja, incluso con el partido sentenciado.
Por otro lado, El Real Madrid sucumbió, una vez más, en Munich (2-1) para finiquitar su curso europeo en una noche amarga de los blancos, impotentes en lo futbolístico ante un Bayern menor y calamitosos en defensa para depurar el caudal ofensivo de los muniqueses, que mantienen intacto el maleficio de los de Chamartín en la ciudad bávara.