El presidente del Consello da Cultura Galega defendió la creación de una agencia independiente que promueva la acción cultural exterior de Galicia

Ante los asistentes al X pleno del Consello de Comunidades Galegas

Un momento del relatorio de ‘Cultura’ en el que participó Ramón Villares, primero por la izquierda.

En este sentido, consideró «fundamental la utilidad de los centros gallegos creados en la diáspora porque pueden adoptar un nuevo perfil acomodado a las necesidades de una sociedad ampliamente globalizada». Villares, responsable de la ponencia sobre «Cultura, asociacionismo y acción exterior», precisó que las iniciativas en este campo «son una base fundamental para establecer una imagen-marca de país y deben ser entendidas en el marco de la llamada diplomacia blanda o diplomacia cultural».

Villares indicó en su intervención que «nos falta dar un paso y que ustedes desde el principio insistieron sobre ello que es institucionalizar la memoria de la emigración, darle una dimensión visual como diciendo «esto forma parte de nuestra propia tradición y no es solo una piedra o un petroglifo de una montaña gallega, son también lo que hicieron los emigrantes. Eso también es memoria de Galicia eso también merece ser reconocido como tal y darle una dimensión institucional».

Abogó también por la progresiva conversión de los centros gallegos «en lugares de prestación de servicios, tanto para las colectividades de los asociados como para el resto de los residentes, actuando como una antena de Galicia y de su cultura».

El presidente del Consello da Cultura Galega destacó el hecho de que la cultura es «uno de los grandes valores de Galicia como país con un perfil propio y puede ser utilizada para difundir la imagen de Galicia en el exterior y para mejorar las relaciones con otros países y comunidades». Recordó que la cultura «hace parte esencial de la actividades de las Comunidades Gallegas formadas en el exterior desde hace siglos y, de forma más directa, de la construcción de la identidad cultural de la Galicia contemporánea».

Subrayó asimismo que «nada de la Galicia contemporánea es ajeno a la huella de la emigración», razón por la que debemos «no sólo reconocer este legado, sino aprovechar esa tradición para hacerla viable y operativa», devolviendo al tiempo a las comunidades gallegas en el exterior «algo de aquello que ellas construyeron poco a poco durante muchos años».