El presidente de la Xunta elogia a la diáspora por dar a la cultura gallega una fuerza expansiva

Durante el acto de entrega de los Premios da Cultura Galega que recibió, entre otros, el Colegio Santiago Apóstol de Buenos Aires

El presidente Núñez Feijóo con los premiados.

El presidente del Gobierno gallego, Alberto Núñez Feijóo, se refirió el jueves 12 de diciembre a los Premios da Cultura Galega como un recordatorio de que Galicia posee un inmenso “Ejército pacífico” y un arsenal perfectamente dotado para vencer los nuevos desafíos que la cultura presenta. “Los creadores, las industrias culturales, son los silvicultores de un bosque que es patrimonio común. Los necesitamos para que nunca desfallezca», subrayó, después de recordar que ninguna cultura tiene un seguro de vida ya que “la historia -dijo- es un cementerio de culturas que perecieron, llevando con ellas la esencia de pueblos borrados de la memoria”.

En esta línea, Feijóo resaltó que los gallegos de la diáspora lo sabían y, por eso, en vez de pensar que aquella cultura suya estaba asociada a la penosa condición de la que salían, nunca renegaron de ella. “Los que allá se fueron pudieron optar por olvidar todo lo dejado atrás, y nacer de nuevo. Pero decidieron seguir siendo lo que eran, gallegos, y lo hicieron sin tener entre ellos líderes cultivados. Se aferraron a la cultura de manera espontánea, natural, intuyendo que, privados de ella, perderían el alma”, aseveró.

Para el presidente de la Xunta la historia colectiva y la memoria personal de cada uno de esos gallegos que hizo un trato eterno con sus valores es un elocuente desmentido a los que piensen que la cultura es superflua, o que debe estar relegada a un papel secundario en momentos de dificultad.

Un nuevo resurgimiento de la cultura

No en vano, afirmó que, hoy, ese mismo sentimiento reclama una presencia nuestra en el mundo globalizado y en la era digital, dos desafíos que, en su opinión, se están venciendo porque “tenemos pueblo, tierra y habla”, y contamos con algo más que se pone de relieve en estos premios: “Una puesta en valor del patrimonio, con el Museo Castro de Viladonga; un trabajo con las corrientes más vanguardistas, hecho por la Fundación Eugenio Granell; una paciente recreación de las artes escénicas desde el ya lejano 1973, en la Muestra de Teatro de Ribadavia; una incursión decisiva de Bambú Produccións en los territorios audiovisuales; una defensa de la lengua en la red que le debemos a Punto Gal y que dará sus frutos a comienzos de 2014 con un dominio netamente gallego; un fondo musical a este nuevo resurgimiento, en las partituras de Juán Durán; una proyección exterior, posible en la Argentina, con el Instituto Santiago Apóstol, ejemplo de iniciativa, entrega y patriotismo; y una fuerza poética que viene de la mano de Luz Pozo Garza”.

Feijóo afirmó que en este nuevo resurgimiento que la cultura gallega experimenta, está el esfuerzo individual de los creadores, la convicción del pueblo que los inspira, apoya y reivindica, y también políticas que abarcan todas las administraciones, sin distinción de etiquetas. “Somos un referente cultural por teneros a vosotros -dijo en alusión a los premiados- y también por contar con innumerables artistas que lo son simplemente por sentirse más auténticos y felices”.

Feijóo concluyó su intervención volviendo la esa Galicia que creció a la otra orilla del Atlántico porque en esa gesta se demostró una enorme capacidad de nuestra cultura para la mezcla. “Nuestros emigrantes experimentan en sí mismos una tempranera globalización. La cultura que los nuestros llevan tendrá ante sí el dilema de cerrarse en un gueto o abrirse a las infuencias ajenas. Nuestra emigración no cierra las puertas y las ventanas de sus sociedades y centros, sino que las abre de par en par para que se produzca una síntesis cultural que hoy podemos admirar”.

El titular del Gobierno gallego incidió en que los gallegos de la diáspora nos enseñan que nuestra cultura no es un reducto que se sienta cercado, sino que por el contrario es expansiva, ve siempre en la búsqueda de nuevos horizontes, experimenta, innova, abarca nuevos campos, y dialoga en pie de igualdad con las otras.

“De la misma manera que la emigración se perpetúa en países y sociedades que semejaban muy diferentes a nosotros, la cultura de la Galicia moderna se interna en un mundo global que para algunos aparecía como una amenaza. El reto es análogo, la respuesta, la misma, y por consecuencia igual de fructífera. Galicia está en el mundo, y el mundo está en Galicia”, aseveró.