El Patronato da Cultura Galega de Montevideo organiza una gran ‘queimada’

Casi 200 personas se reunieron para disfrutar de una agradable fiesta de verano

Panderetas y música en la queimada que tuvo lugar en el Patronato.
Las meigas del Patronato querían votar pero no pudieron.
El doctor Saa haciendo la queimada en el Patronato.

La noche fría del viernes 8 de julio, a pesar que se calentó con el empate entre Uruguay y Chile por la Copa Libertadores que se presenció en pantalla gigante en Casa de Galicia a las 19 horas, se templó definitivamente en el Patronato da Cultura Galega donde casi dos centenares de emigrantes, descendientes y muchos que no tienen ascendencia ni española, concurrieron a deleitarse con una queimada y disfrutar de una fiesta del invierno.
La sala principal de Patronato se convirtió en improvisada cueva celta donde solo faltaba el fuego, por razones de seguridad no lo hicieron, pero todos los concurrentes estaban sentados formando encuentros cara a cara, compartiendo la alegría de un trago de vino acompañado por ricas empanadas gallegas y otras especialidades.
La velada fue amenizada por el coro de la institución, que dirige el coruñés Francisco Antelo, al tiempo que pandereteros e improvisados bailarines alzaron al auditorio que dejó sus sillas por un momento para seguir el son de las gaitas y panderetas mientras esperaban el plato final: la queimada.
En una sala bien resguardada de miradas chismosas, se encontraba el emigrante orensano Manuel Saa, que de pequeño llegó a Uruguay, estudió y se recibió de odontólogo, fue presidente del Patronato da Cultura Galega y portavoz del BNG en Uruguay, y en la actualidad un tanto retirado por los años, además de disfrutar de sus nietos también ejerce, como todos los años, la preparación de la queimada gallega y hasta luce un traje de brujo que, confiesa, le prepara con esmero su esposa donde luce un par de cuernos, que año a año “parece que van creciendo”, ríe al decirlo cuando no pudo pasar por una puerta de frente.
Cuando ingresó al salón las luces se apagaron para que todos pudieran presenciar como ardía el brebaje mágico que espanta a las brujas y une a los gallegos que están lejos con los que allí beberán.
Mientras tanto, tres brujas vestidas de faldas negras, equipadas con sus escobas y luces de colores, dicen que fue para que tránsito no las detuviera por no llevar señalizadores; hicieron delirar de la risa a los presentes, particularmente cuando una de ellas sacó de entre sus ropas un sobre que dijo contenía su voto: “es que yo quiero votar pero parece que no me dejan votar más”, aseguró la meiga gallega.
La queimada, acompañada de rosquillas, se acabó en menos de media hora, al tiempo que la fiesta iba terminando y los asistentes salían a enfrentar la noche gélida con gran alegría y algunos con menos abrigo del que traían.