El Patronato da Cultura Galega de la capital uruguaya organizó el festival artístico de cierre del año

Más de sesenta alumnos mostraron todo el arte aprendido a lo largo del año en los ‘obradoiros’

Pandereteiras en el escenario del Teatro del Centro Gallego.

El Teatro del Centro Gallego de Montevideo fue copado por el Patronato da Cultura Galega el último viernes de noviembre, donde más de sesenta emigrantes, descendientes y algunos que nada tienen de antecesores gallegos, mostraron todo el arte aprendido durante todo el año en los llamados ‘obradoiros’.

El taller de pandereta y percusión que dirige Mabel Calbelo, fue el primero en aparecer en escena con una docena de pandereteiras que hicieron la delicia interpretando canciones típicas gallegas que acompañaron con panderetas, envases de vidrio, conchas y palos, recordando aquella época en que sus ancestros no tenían instrumentos y usaban en las plantaciones lo que tenían a mano para acompañar sus cantos.

Luego fue el turno para el grupo de danza criolla que dirige la profesora Susana González, la que contando con la colaboración de la coreógrafa Graciela Vázquez, desplegó las más variadas danzas que inundaron desde la época de la colonia española las pampas del Río de la Plata.

La noche se había deslizado de una orilla a la otra del Atlántico, pero fue le Coro Tradicional Gallego del Patronato, el que lleno de morriña al teatro del Centro Gallego más antiguo del mundo.

Varias interpretaciones fueron realizadas por los dirigidos por el Maestro Francisco Antelo, quien contó entre otros con la colaboración de un emigrante autodidacta que aprendió a tocar varios instrumentos de percusión, muchos de los cuales creó él mismo, la armónica y la flauta. Se trata de Manuel González quien repuesto de un quebranto de salud está dando la lucha con entereza y con ese mismo amor al canto y la música que le ha servido para “amorriñar” menor a su tierra gallega.

El coro del Patronato es un gran centro de intercambio generacional, ya que además de contar con más de treinta integrantes, también sus edades son dispares, habiendo desde una emigrante de 89 años de edad, como también una nieta de gallegos de veinte años.

Cuando se aprontaban a bajar del escenario el coro se vio conminado por el público a cantar otra más, y lo tuvieron que hacer, aunque en el oído y la piel del público quedaba aún sonando la interpretación hermosa que realizaron de los versos de Eduardo Pondal, “a fala e falade galego”, así como el tema que compuso Alfredo Zitarrosa para un emigrante gallego, Manuel Touriño, quien le acogiera con su familia para pasar la noche buena y así surgió una amistad que aún emociona.