El cónsul Brugarolas confirma en su despedida que el Hogar de Montevideo es propiedad del Estado español

Hace un llamamiento a la Administración para que solucione de una vez la precaria situación económica de la entidad

De derecha a izquierda, Guillermo Brugarolas, Julio Olmos y Marta de Blas.

Se marchó “con mucha decepción”, el cónsul español en Montevideo, Guillermo Brugarolas, y así lo hizo saber la noche anterior de dejar el país ante directivos y prensa de la colectividad que junto a sus compañeros diplomáticos y funcionarios compartieron una velada en la residencia de Carrasco.
Rodeado por representantes de la colectividad y diplomáticos españoles, el cónsul Guillermo Brugarolas se refirió al Hogar Español de Ancianos, al que calificó como “la institución más importante de España en Uruguay, y más aún, es la institución asistencial más importante de España en el continente”, explicando que “el Hogar tiene la particularidad de que el Estado Español es el propietario”, puntualizando que “es nuestro buque insignia en el Uruguay”.
Mirando a la embajadora Aurora Díaz Rato, que la tenía a un costado junto al delegado de la Xunta de Galicia, Manuel Barros y el consejero de Trabajo, Julio Olmos, hizo un llamamiento a las administraciones españolas para que buscaran una solución para la situación económica del Hogar de ancianos para que “este Hogar Español sea el paradigma de una residencia de españoles, que pueda ser el modelo y escuela de formación”, aunque precisó que “no se puede mantener una institución en la cuerda floja”, haciendo alusión a los aportes de la Administración.
Luego se dirigió al auditorio que lo rodeaba explicando que “los objetivos que me planteé hace nueve meses los he cumplido”, detallando cómo se había logrado llevar adelante transformaciones en la oficina consular, destacando que la delegación consular “tiene un personal muy dedicado a su trabajo” sin el que no hubiera logrado este objetivo.
Decepción
A continuación Brugarolas informó a los presentes que se va “con mucha decepción porque, ante un problema planteado, el Ministerio (de Asuntos Exteriores) ha sido incapaz de encontrar una solución que no sea desacreditar al cónsul”. Aseguró sin embargo, que “me voy también aliviado”, porque primó en su decisión la cordura “ante riesgos para mi salud”.
Señaló finalmente que “regresar a la patria siempre es una alegría. Vuelvo a mi casa, con mi hijo”, y pidió que al marcharse “nos digamos hasta luego, porque a pesar de todo lo ocurrido yo siempre miro el futuro”.
Brugarolas culminó sus palabras agradeciendo al “Uruguay, este pequeño gran país que nos acogió estupendamente”, siendo aplaudido por todos los concurrentes.
El cónsul español que llevaba nueve meses en Montevideo, tras la trágica desaparición de Juan María López, fue calificado por el personal del Consulado como “muy trabajador y solidario”.
Los roces habrían ocurrido tras un recorte del presupuesto de seguridad que le dejaba su residencia en el coqueto barrio de Carrasco sin custodia policial.
Sabido es que a López Aguilar ya le habían asaltado los ladrones en dos oportunidades, robándole joyas que atesoraba como recuerdos familiares, pero no se ha sabido que haya ocurrido lo mismo durante la estancia de Brugarolas, quién habría planteado ante el Ministerio de Exteriores que se vendiera la residencia y se comprara un apartamento en la zona del Club de Golf, hecho que fue denegado.
Ante esta situación Brugarolas presentó la renuncia, pasando a ocupar sus funciones la cónsul adjunta, Marta de Blas, hasta que se decida quién asumirá el cargo definitivamente, que podría ser otra mujer, según se supo.
Mientras tanto, la colectividad española estaba dividida en cuanto a la renuncia de Brugarolas y los motivos expuesto por él, aunque un buen número de directivos le acompañaron hasta el aeropuerto para despedirle.