El Círculo Salmantino de Madrid realizó los pasado días 27 y 28 de octubre una excursión de fin de semana al románico castellano de Palencia. El sábado 27 partió el grupo de viajeros, no muy numeroso, aunque sí bien cargado de entusiasmo por disfrutar de un nuevo fin de semana cultural por tierras de Castilla y León.
Ya en la provincia de Palencia, y cercanos a la capital castellana, visitaron el Monasterio de la Trapa y un poco más adelante, cerca de Venta de Baños, se acercaron a conocer la Basílica de San Juan de Cerrato. Ambas visitas, en ambiente soleado, resultaron bien gratas y atractivas.
Alojados en pleno centro de la capital, realizaron una gira cercana al hotel, conociendo el precioso edificio de su Diputación Provincial, con su bellísimo patio acristalado. Tras la comida, y con Rosa Giménez Chapinal como experta guía, visitaron más en profundidad la zona monumental de Palencia donde pudieron admirar la maravilla que compone el interior del primer templo palentino; desde su cripta, las diferentes capillas, así como su interesante claustro. Después visitaron una de las orillas de río Carrión.
Al día siguiente, se dirigieron hacia la Villa Romana de La Olmeda, descubierta en 1968 por Javier Cortes, propietario de la finca de cultivo sita Pedrosa de la Vega. Tanto desde el punto de vista arquitectónico, por cómo están protegidas las excavaciones, como por la función didáctica de las pasarelas desde donde pudieron contemplar las obras de arte que utilizaban los romanos para decorar sus viviendas o fincas de campo, se puede suponer lo que disfrutaron y aprendieron de la historia.
Después de los yacimientos arqueológicos de La Olmeda, se llegaron hasta la cercana Saldaña, en una de cuyas iglesias -salvada de la ruina- han construido otro Museo con los restos hallados en la excavaciones de la Villa romana. Depués de Saldaña, recorrieron Carrión de los Condes de regreso a Palencia. Y otra visita bien interesante después, en el camino de regreso, fue conocer el Monasterio de San Zoilo.
Tras degustar un excelente menú consistente, regado con buen vino de la tierra, así como el buen postre y el rico pan de esta tierra, el grupo volvió a Madrid y tuvo oportunidad en Tordesillas de contemplar, una vez más, el majestuoso Duero a su paso por la ciudad donde se repartió el mundo entre Portugal y España.