La instalación de dos plantas de celulosa a orillas del río que separa a Argentina de Uruguay, que lleva el nombre de éste último, provocó un conflicto de grandes dimensiones que aún resulta incalculable sus consecuencias económicas para esta pequeña nación del Plata.
Ubicada en cuarto lugar a nivel mundial en cuanto a cuidado del medio ambiente, Uruguay otorgó dos permisos para construir las referidas plantas con alta tecnología y baja contaminación a la empresa española Ence y la finlandesa Botnia.
Sin embargo, ambientalistas argentinos bloquearon el paso de los puentes que unen a Uruguay con Argentina, con la total pasividad del gobierno del presidente Kirchner y de la justicia argentina que mandó desalojar la carretera pero que no obedeció. Si hubiera ocurrido esto en la década del 70, seguramente se hablaría de golpe de estado, pero como es contra Uruguay, se habla de “defensa del medio ambiente”, subrayó un analista político.
Peligra el comercio
Antonio Ríos es el presidente de la Asociación de Empresarios Gallegos del Uruguay, y también directivo del Círculo de Transporte del Uruguay, aclarándonos que él no se involucra en la discusión de las plantas son buenas o malas, sino que denuncia “el incumplimiento por parte de Argentina del tratado de Asunción, cuando se refiere a la libre circulación de vienes y personas por los territorios de los países firmantes del Mercosur”.
Sin embargo señala que “llevamos dos meses de cortes periódicos, 14 días de cortes permanentes en uno de los tres puentes, hoy comienza el corte en el otro y mañana será en el tercero”, agregando que si la cosa sigue así “al otro día el ferry de Colonia Buenos Aires será cortado y no demorarán en evitar hasta que salgan aviones de Aeroparque y Ezeiza para Uruguay”.
Ríos apunta que el Mercosur no está funcionando: “es puro verso”, agregando que ya “no se ve a los presidentes reunirse para pedirse apoyo político”, preguntándose “donde quedan los enunciados de la patriada bolivariana, donde está Evo diciendo todo para nuestros hermanos. No lo sabemos y tampoco ellos saben decirlo”.
Esta acongojante reflexión del emigrante de Santiago de Compostela va más allá de la incertidumbre de su empresa, explicando que “en un solo día de esos cortes llegaron a estar 470 camiones que debieron recargar a los importadores y exportadores gastos por 800 mil euros”.
Ríos explicó que además de las condiciones inhumanas a que estaban sometidos los choferes, debían vigilar “como perros sus cargas”, y soportar jornadas agobiantes de calor y ver inclusive hasta como los manifestantes (piqueteros se hacen llamar en Argentina) circulaban con normalidad y volvían a sus casas, provocando la reacción de los camioneros que les cerraron el paso hacia la ciudad, pero tuvieron que deponer su actitud porque la policía argentina los obligó a hacerlo.
Ante este caos, Ríos explicó que “muchos empresarios del transporte comienzan a considerar en cambiar sus estrategias, deteniendo muchos sus camiones y buscando otros países para trabajar. En tanto los importadores y exportadores buscan nuevos proveedores y todo nos traerá un daño irreversible que ya comenzamos a ver dentro de nuestro gremio”, concluyó.