Descontrol y abandono en dos cursos de formación financiados por el departamento de Pilar Pin

- Para uno de ellos, a jóvenes, la Dirección General subvencionó con 120.000 euros a la Asociación Provincial de Empresarios de Restauración y Hospedaje de Santiago- Los alumnos se sienten engañados y defraudados por las penosas condiciones en las que han vivido en Santiago durante los 3 meses

Con el paso del tiempo y la falta de espacio, las habitaciones se convierten en almacenes.
Esta es la cena de cada día.
Los aseos que utlizaron.
Pilar Pin y Alejandro Casanova coincidieron en la conferencia que pronunció la directora general en A Coruña el pasado mes de junio.
En este local almuerzan y algunos días recogen la cena.

Participantes en dos cursos de camarero y recepcionista financiados por la Dirección General de la Ciudadanía Española en el Exterior (DGCEE), que dirige Pilar Pin, se sienten engañados y defraudados por las malas condiciones en las que han residido en Santiago durante el tiempo que han durado estos cursos, que finalizan el 22 de septiembre. Además, consideran que las expectativas, tanto formativas como de acceso al mercado laboral, no se han cumplido en lo más mínimo. La Asociación Provincial de Empresarios de Restauración y Hospedaje de Santiago ha recibido una subvención de la DGCEE por 120.000 euros y  la empresa coruñesa Formaziona ha organizado ambos cursos.

Para 21 descendientes de españoles lo que prometía ser un curso de formación que les abriese nuevas posibilidades en el mercado laboral se ha convertido en una pesadilla. A través de la Asociación Provincial de Empresarios de Restauración y Hospedaje de Santiago de Compostela, 15 jóvenes residentes en el exterior y 6 mujeres, de entre 35 y 50 años, accedieron a un curso de formación como maitre, los primeros, y a otro como recepcionista, las segundas. Ambos cursos han sido financiados por la Dirección General de la Ciudadanía Española en el Exterior (DGCEE), que dirige Pilar Pin, y en su organización ha participado la empresa Formaziona Centro de Formación, S. L de A Coruña. Según consta en la Resolución de 19 de julio de 2010 de la propia DGCEE publicada en el Boletín Oficial del Estado de 4 de agosto de 2010 la asociación citada recibió la cantidad de 120.000 euros para la realización de programas de formación para el empleo o de promoción profesional dirigidos a los jóvenes españoles en el exterior.
Los 15 jóvenes (chicos y chicas entre 18 y 35 años) y las 6 mujeres del curso de recepcionista -procedentes de Colombia, Venezuela, Argentina, Bolivia y Perú- decidieron inscribirse en un curso que en principio era gratuito y que les garantizaba formación como maitre y como recepcionistas. Se incluía el viaje de ida desde el lugar de residencia, el alojamiento y la manutención. Además, se les pagarían 10 euros por cada día de curso. La mitad eran clases teóricas y la otra mitad prácticas no remuneradas en diversas empresas del sector. La oferta parecía interesante.
A mediados del mes de junio los jóvenes llegaron a Santiago y en seguida se dieron cuenta de que no todo era tan idílico. En primer lugar el curso de maitre pasó de seis a tres meses y se convirtió en un curso de camarero. Algo similar les pasó a las 6 mujeres que participan en el curso de recepcionista y que llegaron a mediados de agosto, entre los días 11 y 12. El curso, que en principio iba a ser de tres meses y medio (600 horas) se reduce a mes y medio.
Malas condiciones
A los 21 participantes se les aloja en uno de los pabellones de la Ciudad de Vacaciones Monte do Gozo, unas instalaciones pensadas más bien para una estancia corta, de una semana como mucho y dirigidas sobre todo a peregrinos. Allí conviven 3 ó 4 personas en cada habitación, deben compartir cuatro duchas entre tdos y se parece más a un cuartelillo que a otra cosa. En estos casi tres meses han estado alojados allí. Esta circunstancia se hace más sangrante para las mujeres que participaron en el curso de recepcionista, cuyas edades oscilan entre los 39 y los 58 años.
En cuanto a la manutención, los participantes en los cursos reciben el desayuno en el mismo Monte do Gozo y la comida en el Centro de Formación y Cultura de la Asociación Provincial de Empresarios de Restauración y Hospedaje de Santiago de Compostela (c/Salvadas 29 Bajo-barrio de Vista Alegre de Santiago). De todos modos, si el horario de trabajo, ahora que están en el periodo de prácticas, les impide llegar a este Centro antes de las 13.00 horas deberán arreglarse por su cuenta para comer. Para cenar se les envía al Monte do Gozo un bocadillo, un botellín de agua y un yogur. Así durante los tres meses.
Ayuda económica mínima
Para gastos personales se les prometieron 10 euros cada día del curso que se les pagan a mes vencido y para lo cual les obligaron a abrir una cuenta bancaria. El transporte al lugar de las clases -que se impartieron en el Centro de Formación y Cultura- y al lugar donde realizan las prácticas, corre por su cuenta. Cabe señalar que entre el Monte del Gozo y el barrio de Vista Alegre, donde se encuentra el Centro de Formación, hay unos 6 kilómetros de distancia lo que obliga a utilizar el transporte público (a 0,90 euros el billete; 26 euros el abono mensual). Solo en desplazamiento, los participantes en el curso deberían gastar un mínimo de casi 2 euros, de los 10 diarios que recibían. Con esos 8 euros restantes tendrían que hacer frente a gastos personales y a las contingencias que a lo largo de tres meses pudieran surgir. Además, en algunas de las empresas en las que realizan las prácticas se les exige llevar un uniforme cuya adquisición corre de su cuenta.
Un participante, que prefiere permanecer en el anonimato por temor a posibles represalias, narró a España Exterior que se inscribió en el curso con la idea de formarse para poner en marcha un negocio de hostelería en su país de residencia. Cuando quedan pocos días para finalizar el curso está sumido en la desesperación. Contaba con que le facilitarían el billete de vuelta y no ha sido así. Ahora, obligados a abandonar las instalaciones del Monte do Gozo el día 25 de septiembre, no sabe dónde puede alojarse ni cómo va a mantenerse.
En el escrito que le enviaron explicándole las condiciones del curso y firmado por Rocío Geremías, una empleada de la empresa Formaziona y que se presenta como “del departamento de administración de la Asociación de Hostelería”, le explica que se incluye “orientación laboral postcurso”. “Entendí eso como que después del curso nos facilitarían un trabajo que me permitiera ganar el suficiente dinero para comprar el billete de vuelta”, afirma. Algunos habiendo dejado a su familia en en su país de residencia ahora no pueden regresar. Se pregunta para qué ha venido y se arrepiente de haberlo hecho. “No he recibido ninguna formación útil. En el mismo lugar en el que hago las prácticas el responsable me pregunta para qué he venido y cómo voy a trabajar con once días de clase y sin conocimientos de idiomas. Además, asegura que es muy difícil encontrar un empleo”.
En cuanto a las condiciones de vida afirma que son lamentables. “Compartimos habitaciones entre 3 ó 4 personas sin conocernos. No tenemos nada, ni siquiera sillas donde sentarnos, ni una mísera televisión para entretenernos”. España Exterior pudo saber que en los últimos días ha cogido amigdalitis. Los medicamentos corren de su cuenta y todas las gestiones para obtener la tarjeta sanitaria, el DNI, abrir la cuenta en el banco, ha tenido que hacerlas sin ayuda de nadie. “Tengo que entrar a las ocho de la mañana y salgo de la residencia poco después de las siete hasta la parada del autobús, llueva, haga frío o calor. Por eso me he puesto mal y he tenido que buscarme un médico”.
Desamparo
También se queja de que la tutora que debería hacerse cargo del grupo, Rocío Geremías, “se fue de vacaciones en septiembre y no ha estado pendiente de nosotros. Ni se ha preocupado si estábamos bien, si las prácticas iban bien. No se ha preocupado de nada”.
Algunos de los participantes en el curso ni siquiera lo han completado y se han marchado a otras ciudades de España a buscarse la vida. La mayor parte de los jóvenes no han querido narrar sus experiencias puesto que tienen miedo a que haya represalias y su esperanza es encontrar un trabajo que les permita quedarse en España.
Acciones legales
Sin embargo, otros se sienten defraudados y preocupados. Sobre todo porque consideran que el curso ha sido una pérdida de tiempo. España Exterior pudo saber que la persona que accedió a contar su experiencia ha puesto su caso en manos de un abogado para emprender las acciones legales oportunas.

 

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