El caluroso domingo 8 de diciembre los jardines del Hogar Español de ancianos, que cuenta con árboles declarados de patrimonio verde por el Gobierno uruguayo, albergó la romería de fin de año que contó con la presencia de cuerpos de baile y músicos de varias instituciones españolas.
Mientras los visitantes se acomodaban antes del mediodía buscando la sombra más adecuada para soportar la jornada, medio centenar de directivos de distintas instituciones de la colectividad y del Hogar, enfriaban la bebida en una gran montaña de hielo seco y cortaban la carne vacuna, los pollos y chorizos que cubrirían los más de 50 metros cuadrados de parrillas que eran calentadas por brasas de leña que ardía desde temprano.
Pero antes de llegar el suculento asado a las mesas, los cuerpos de bailes del Centro Pontevedrés y del Centro Asturiano Casa de Asturias, ya invitaban a recordar las danzas de las tierras que dejaron atrás en el siglo pasado gran parte de los concurrentes.
Luego fueron los coros del Patronato da Cultura Galega y su conjunto de panderetas, la banda de gaitas ‘Os de antes’ y la de Casa de Galicia, el coro del Club Español y la cantante Olga Soto, los que hicieron entonar al auditorio viejas canciones que muchos ya cantaban de pequeños, otros recordaban de escuchárselas a sus abuelos y otros las descubrían por primera vez emocionados ante las arrugadas caras que las gritaban desde sus corazones.
La fiesta tuvo un animador que recorrió todo el predio con su micrófono móvil y hasta tuvo que hacer de niño cantor para sortear los casi cien premios que fueron donados por distintas empresas. Se trata de Walter Echenique, quien con su arte histriónico vinculado a la música uruguaya y gallega en años pasados, le dio el colorido que merecía la fiesta para armónicamente desarrollarse durante casi doce horas.
Entre la gastronomía, músicas y bailes, también hicieron uso de la palabra el presidente del Hogar Español, Ángel Domínguez, quien luego de repartir el vino por todas las mesas del predio, agradeció la presencia de todos los que acompañaban y trabajaban en esta fiesta; en tanto el embajador Roberto Varela, que junto al cónsul Eduardo de Quesada, acompañaron gran parte de la fiesta, celebró este encuentro de una parte grande de la colectividad española para arropar a los emigrantes que residen en el Hogar.
La fiesta culminó con un baile que movilizó a muchos ancianos y que tuvo entre los privilegiados espectadores a muchos de sus nietos y bisnietos, con la animación de la orquesta L’Auntentika, ‘la que te arranca la cabeza’, según reza su eslogan, y de Elite Orquesta.