Carlos Iglesias tiende puentes entre las dos Españas con su nueva película ‘Spansi!’

El director rodó en una aldea Suiza del Jura esta obra que trata sobre los niños de la guerra enviados a la antigua Unión Soviética

El director de cine Carlos Iglesias.

Carlos Iglesias envejece con la magia del maquillaje y del vestuario mientras se refleja en un espejo rodeado de bombillas. El camerino, situado en una de las casas que sirven de escenario en ‘Spansi!’ tiene una suave luz amarilla que disimula, junto con una estufa, el frío que, en esta aldea suiza, lo invade casi todo. “Elegí el Jura porque es muy semejante al paisaje que podríamos haber encontrado en la meseta central rusa”, cuenta Iglesias. “Por otro lado, lo más complicado era hacer en Suiza una película ambientada en Rusia. Pero estamos salvados porque la historia se desarrolla en la República de los Alemanes del Volga ya que los niños se refugiaron en un pueblo que se llamaba Basilea”. Esto se debe, tal y como explica el director, a que en el siglo XVIII la zarina Catalina II llevó colonos alemanes, suizos y austriacos para que poblaran esa zona de Rusia. Por ello, las casas de aquellos pueblos son muy parecidas a las del Jura.
‘Spansi!’ es la historia de un grupo de adultos que llevan a unos de los 3.000 niños españoles que la República envió en plena Guerra Civil a la Unión Soviética para librarlos de los bombardeos de Franco. “Esta historia me viene porque tuve como profesor de Arte Dramático a un niño de la guerra, que salió con 5 años de Asturias a Rusia. Cuando le conocí tenía más de 60 y yo siempre que podía le preguntaba por aquello. Por eso cuando me planteé mi segunda película, pensé en contar esta historia porque quería algo que estuviera ligado a ‘Un franco, 14 pesetas’ pero que no fuera idéntica. Me pareció que seguir hablando de españoles fuera de España resultaba interesante”.

Por eso, con un filme que implica dos guerras, saltos en el tiempo, un reparto grande y un rodaje entre Suiza y España, Iglesias conserva la calma, confiando en la calidad de la historia: “Es muy sabrosa en todos los sentidos. No solo para quien le interese el pasado de nuestro país. También hay amor, aventura, hay posicionamiento político por parte del autor. De hecho, dentro de mi capacidad para hacerlo, he intentado que se tienda un puente entre las dos Españas”.

Historias apartadas
Por su primera película Carlos Iglesias recibió más de 30 galardones, entre ellos, la Medalla de Oro de la Emigración y tuvo muy buena acogida en países donde la comunidad española es grande como Suiza o Alemania. “Hay historias que me han parecido desde siempre interesantes y que no estaban contadas en cine. Igual que, en su momento, no lo estuvo la emigración española de los 60 y 70 porque, según parece, no le interesó ni a la izquierda ni a la derecha hablar de eso.

Y gran parte de la intención de ‘Un franco, 14 pesetas’ era mostrar como en un espejo lo que hemos sido hasta hace nada. Porque nadie quería recordarlo, como si fuera algo que había que esconder”, sostiene mientras sigue atento el trabajo de los maquilladores.

Guionista, director y actor en el film, Carlos Iglesias habla de su película o de emigración sin dejar de atender las mil y una cuestiones que acompañan al rodaje: Desde cuántos niños llevarán una manta en la escena que se rueda unas casas más abajo, hasta ayudar a desatascar un vehículo que se ha quedado atrapado en la nieve. Todo con una extraña mezcla de amabilidad, franqueza y concentración. Todo, dentro de un rodaje, donde el equipo va y viene entre padres que esperan; camiones, furgonetas, cables, y una tienda-comedor donde algunos buscan, sin mucho éxito, calentarse.

Buen ambiente
El buen ambiente ha sido, de hecho, la tónica en un proyecto en el que todo el mundo está muy implicado. “Carlos consigue sacar lo mejor de ti, con mucho cariño y respeto. Logra que haya un ambiente familiar y un buen rollo del que todos somos muy conscientes”, explica Isabel Blanco. Ella, que, como buena parte del reparto, ya actuó en ‘Un franco, 14 pesetas’ -era Hanna, en cuyo hotel se alojan los protagonistas-, cambia de registro para meterse en la piel de Rosario, una de las mujeres que acompañan a los niños hasta Rusia.
“Los personajes femeninos que no somos Paula, la protagonista, formamos un conjunto coral muy distinto, con caracteres variados pero muy complementarios”, añade Eloísa Vargas, quien, además de repetir película con Iglesias, está casada con él y ha vivido este proyecto desde el principio.

La satisfacción por el tiempo dedicado a los ensayos es un elemento común entre los actores. “Carlos te ayuda mucho a ver cuáles son los puntos que te distinguen de otros personajes”, comenta Isabelle Stoffel, nacida en Basilea y cuyo amor por el cine español le ha llevado a trasladar a Madrid su residencia. Ella encarna a Luzmila, una joven maestra búlgara casada con Ángel, un profesor bastante mayor que es “un buen hombre, sobrepasado por las circunstancias”, tal y como Bruto Pomeroy, el actor que lo interpreta explica.

Todos coinciden en su confianza en el trabajo de Carlos Iglesias, alma máter de una película que determinará, en gran medida, el futuro de este contador de historias. “Si va bien pienso casarme -bromea-. No, en serio, si una película tiene éxito, lo que hace, que es lo que hizo ‘Un franco, 14 pesetas’, es abrirte la posibilidad de una segunda. Pues yo me daría con un canto en los dientes si esta segunda me abriese la posibilidad de una tercera”.