El secretario xeral da Emigración, Antonio Rodríguez Miranda, recordó el pasado 23 de marzo la vital importancia que tuvo la emigración en la educación de millares de niños en la Galicia territorial. El responsable del departamento autonómico quiso, así, poner en valor el “impagable mérito de quien renunciaba, en muchas ocasiones, al bienestar propio para ayudar a sus vecinos y familiares que permanecieron en su tierra de origen” durante el acto de nombramiento de la Plaza de los Emigrantes del municipio coruñés de Dodro.
El acto, clausurado por el alcalde del Ayuntamiento de Dodro, Valentín Alfonsín, contó con las intervenciones de Hortensia Baleirón, vecina del municipio que residió en Suiza durante 36 años, y Luis Romero, presidente de la unión de Residentes de Dodro en Argentina, uno de los países que mayor número de dodrenses albergó durante el pasado siglo, además de con la cónsul general de Argentina, Silvia Montenegro, y la cónsul honoraria de Francia, Mónica Dotras Menéndez.
“Fueron ellos, los gallegos que salieron al exterior, quienes hicieron posible que esta Casa de Cultura ejerciera hasta hace apenas treinta años como escuela, y también quienes lograron que esa escuela haya contado con un maestro, cuyo salario pagaron hasta los años 50. Se trata de un acto solidario y altruista que aún hoy, casi un siglo después, nos sigue admirando por su generosidad y sensatez”, añadió Miranda.
Menos de 3.000 habitantes y 720 en el exterior
“Esta es una de las innumerables razones por las que la sociedad gallega, a través de su máximo órgano de representación legislativa, decidió conceder por justicia, según sus propias palabras, la Medalla del Parlamento de Galicia de este año a la emigración gallega”, concluyó el secretario xeral da Emigración, quien recordó que el acto oficial de entrega se celebrará en el próximo 6 de abril en la sede de la institución gallega.
El ayuntamiento de Dodro cuenta en la actualidad con 2.791 vecinos y con 720 empadronados en el extranjero, de los que 332 son hombres, y 388, mujeres.
Con este acto, los responsables de la Corporación quieren agradecer la contribución de los residentes del exterior al desarrollo local, así como su trabajo de sacrificio, «que en ocasiones supuso que los núcleos familiares quedaran rotos y sus miembros perdieran la relación”, matizan. También el compromiso que han tenido con su tierra, “convirtiéndose en muchos casos en embajadores, abriendo las puertas de muchos estados y facilitando que otros convecinos, y muchos más gallegos, pudieran viajar a ellos a trabajar”, manifiestan.