Las entidades gallegas ven con incertidumbre su futuro por la falta de implicación de los jóvenes

Aplauden el fomento del retorno, pero expresan algunas inquietudes

Carlos Ameneiras (1º), Bernardo Rey (3º) y José María Vila (5º), junto a otros gallegos de Argentina.
Juana Caridad Fernández, presidenta de la Agupacion de Sociedades Representativas de Municipios y Parroquias de Galicia en La Habana.
Gerardo Arias, presidente del Centro Gallego de Nuremberg (dcha), junto al secretario xeral da Emigración, Antonio Rodríguez Miranda.
José Gil Doval, presidente de la Asociación Cultural 'As Xeitosiñas' de Zúrich.
José Antonio Alejandro, presidente de la Hermandad Gallega de Venezuela en Caracas.
Manuel Amarelle Amigo, presidente de Promoción de la Cultura Gallega de Lausanne (Suiza).

El XII Pleno del Consello de Comunidades Galegas reunió a un ciento de presidentes de centros esparcidos por Europa y América. España Exterior pulsó la opinión del colectivo sobre los temas que les afectan recabando el testimonio de alguno de ellos. La dificultad para implicar en las entidades a los hijos y nietos es uno de los asuntos que más preocupan a los centros. No en vano, su futuro depende de esto.

Para José María Vila Alén, presidente del Centro Galicia de Buenos Aires, que emigró a los 12 años, “la clave del éxito de la pervivencia de las instituciones está en pasar de una colectividad de emigrantes a otra de descendiente de emigrantes”.

Carlos Óscar Ameneiras Miñones, presidente de la Asociación Benéfica Cultural del Partido de Corcubión de Buenos Aires e hijo de gallegos de Vimianzo (A Coruña), cree que las entidades tienen que cambiar sus “objetivos fundacionales” y plantearse “una nueva misión, porque los motivos por las que se fundaron no existen más”. “Somos los descendientes y tenemos que mantener el vínculo con la tierra de origen a través de su cultura y sus tradiciones, abiertos también a la sociedad en la que estamos instalados”, dice.

Luis Romero Rodríguez, tesorero de Casa de Galicia de Buenos Aires e hijo de gallegos de Dodro (A Coruña), apunta que “los jóvenes se acercan en la etapa de la música, el baile, la recreación, pero cuando tienen que dar el paso de participar en la dirigencia, no resulta nada sencillo”.

Juana Caridad Fernández Pérez, presidenta de la Agupacion de Sociedades Representativas de Municipios y Parroquias de Galicia en La Habana (Cuba), con orígenes familiares en A Capela y As Pontes de García Rodríguez (A Coruña), reflexiona así: “Los jóvenes tienen otro mundo y esto de las sociedades no les atrae. Hemos probado miles de opciones, pero no logramos incorporarlos”.

De Cuba viene, precisamente, una de las personas que representan una esperanzadora excepción a este panorama: Alain Lee Gómez, vicepresidente de la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Galicia. Tiene 27 años y es nieto de un gallego de Becerreá (Lugo). Él está vinculado con la Sociedad desde que nació, pero confiesa que atraer a los jóvenes es “complicado”.

El mismo problema lo viven en Brasil. António Carlos González Cardoso, presidente de la Asociación Cultural Hispano-Gallega ‘Caballeros de Santiago’ de Salvador de Bahía, explica que han creado “una directoría joven” para hacer actividades que los atraigan.

El retorno

Por primera vez, el Pleno acogió un relatorio sobre retorno, asunto que se ha convertido, efectivamente, en el centro de las políticas de emigración de la Xunta. El retorno está siendo mayor desde América, y muy especialmente desde Venezuela por la grave crisis política y económica que atraviesa el país. “Hace cuatro años, la población española en Venezuela rozaba los 300.000; hoy solo somos 144.000. El éxodo ha sido muy rápido. En lo que va de 2019 ya se registraron casi 23.000 bajas consulares y el año pasado llegaron a Galicia unos 2.000 gallegos”, apunta José Antonio Alejandro, presidente de la Hermandad Gallega de Venezuela en Caracas. La agrupación está haciendo un registro llamado Irmandade Galega de Venezuela Global para “fiscalizar” los programas de retorno de las Administraciones españolas y “saber a dónde se está yendo la gente, qué está haciendo y qué recursos está teniendo”.

Adonis Pampín Cajide, vicepresidente de la Asociación Unión de Residentes de Carbio y Vila de Cruces en Buenos Aires y de la Federación Unión de Sociedades Gallegas de Argentina, quien emigró a los 16 años, destaca la paradoja de que los hijos de aquella generación emigrante regresen a Galicia antes que los padres. Él tiene una hija, madre de tres niños, que volvió a la Comunidad hace unos años y ahora vive en Valencia.

Bernardo Rey González, presidente del Hogar Gallego para Ancianos de Buenos Aires, que emigró a los 17 años, cree que Galicia, “con buen criterio”, está intentando recuperar a los jóvenes, pero “¿qué hacemos con los mayores?”, se pregunta. “Nuestros paisanos ya sufrieron un destierro. Lo peor que les podemos hacer es que tengan otro, porque en Argentina tienen hijos, nietos, bisnietos”.

Carlos Óscar Ameneiras considera el retorno “una buena oportunidad” para Galicia, pero cree -presentó una comunicación en este sentido en el relatorio sobre este tema- que “la Comunidad Autónoma tiene que estar muy atenta para que los que regresen se queden efectivamente en Galicia” y no aprovechen la coyuntura para irse a trabajar a otros lugares de España o la UE. Al fin y al cabo, subraya, “este es un programa solventado con el dinero de los contribuyentes de Galicia”.

Eduardo Alonso, secretario del Centro Pontevedrés de Montevideo (Uruguay), que emigró en 1952, apunta que hoy no es tan difícil venir de América a Europa, por lo que “mucha gente viene a probar, por estudios o trabajo”.

También de Brasil y México están llegando retornados, aunque menos. Según António Carlos González Cardoso, la Asociación Cultural Hispano-Gallega ‘Caballeros de Santiago’ de Salvador de Bahía tiene sendos convenios con las Universidades de Santiago de Compostela y Murcia merced a los cuales están viniendo estudiantes para hacer másteres o cursos, y algunos se quedan a vivir en España.

También desde México, pese a su proximidad con EEUU, están retornando profesionales jóvenes descendientes de gallegos y “a un futuro no inmediato puede ser un tema importante”, según Jorge Cores, secretario del Centro Gallego de México Asociación Civil.

El caso de Cuba es distinto, donde la mayoría de los jóvenes “emigran a EEUU, porque les abre todas las puertas por el bloqueo y es el país más desarrollado del mundo”, explica Juana Caridad Fernández.

Desde Europa el retorno tiene una incidencia menor. “Es difícil hablar del retorno de las nuevas generaciones cuando allí están integrados y la diferencia con España en seguridad laboral y remuneración es abismal”, señala José Gil Doval presidente de la Asociación Cultural ‘As Xeitosiñas’ de Zúrich (Suiza).

Sin embargo, Manuel Amarelle Amigo, presidente de Promoción de la Cultura Gallega de Lausanne, advierte de que en los próximos seis años va a haber un retorno importante desde Suiza, “de una generación que ahora está llegando a los 60 años y entonces se va a jubilar, aunque no lo tiene muy claro, porque tiene su familia en los países de residencia y hay cosas que no están definidas del todo”.

Que el retorno no es fácil lo enfatiza también Gerardo Arias, presidente del Centro Gallego de Nuremberg (Alemania), que emigró con 18 años: “Sé de personas que vinieron para España y estuvieron 20 años, pero ahora se encuentran mayores y con los hijos en Alemania, y han vuelto allá”.

La nueva emigración

Con respecto a la nueva emigración, los presidentes de los centros gallegos en Europa coinciden en que los jóvenes que llegan actualmente a Alemania, Francia o Suiza solo se acercan a los centros ocasionamente, sin implicarse. “Vienen, toman algo, pero para hacerse socios no”, sentencia Gerardo Arias. Lo mismo dice Perfecto González Rodríguez, presidente de la Peña Gallega de Munich (Alemania): “Vienen a las fiestas, pero no quieren comprometerse”.

José Gil Doval advierte de que muchas veces estos nuevos emigrantes “no se van ni a inscribir en el consulado, por falta de información o porque no quieren perder los derechos fiscales en España o dejar de estar inscritos en la Seguridad Social”. “Sin querer, se hacen un daño a ellos mismos. Por eso recomendamos que se inscriban en el consulado y que se arrimen a nuestran entidades”, señala.

Sin embargo, Manuel Silva Pereira, presidente del Centro Gallego de Marsella (Francia), que emigró a los 19 años, asegura que la mayoría de los jóvenes españoles que llegan a su entorno se comunican con el cónsul y este les llama al Centro Gallego para avisarles.

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