La Asociación Uruguaya de Amigos del Camino de Santiago organiza una peregrinación por Montevideo

Recorrieron 25 kilómetros y estuvieron acompañados por la delegada de la Xunta en el país, Elvira Domínguez

Asociación Uruguaya de Amigos del Camino de Santiago
Elvira Domínguez, en el centro con gafas de sol, con los participantes en la peregrinación.

Este fin de semana se vivieron momentos de gran emoción por la capital que acogió a miles de gallegos y descendientes, con una peregrinación a través del denominado Camino de Santiago de Montevideo y una despedida en el aeropuerto internacional de emigrantes que viajan a encontrarse con una tierra que dejaron el siglo pasado.

Mientras algunas instituciones presentaban sus conjuntos artísticos en diferentes ambientes el Fin de Semana del Patrimonio por todo Uruguay, tal como lo hicieron el grupo Quérovos de Alma Gallega en el Cabildo de Montevideo, un grupo de emigrantes y descendientes, incluyendo algunos que nada tienen que ver con Galicia, caminaron por la mitad del llamado Camino de Santiago de Montevideo, que incluye 25 kilómetros por la ciudad.

Este patrimonio inmaterial gallego se expresó el pasado 4 de octubre con casi medio centenar de peregrinos –casi la mayoría culminó el recorrido el sábado ya que el domingo se suspendió por mal tiempo– que siguiendo las señales plantó la empresa Cutcsa a solicitud de los organizadores, la Asociación Uruguaya de Amigos del Camino de Santiago que preside Adriana Fernández.

Justamente ella fue la encargada de contar el significado de los cruceiros para los gallegos y la historia de los dos primeros que se trajeron a Montevideo por los hermanos José y Luis Fernández Bermello, provenientes de Pontevedra. El primero estuvo ubicado al lado de su casa donde hoy está la principal avenida de Montevideo, 18 de Julio esquina Tristán Narvaja, donde vivían los Fernández, pero en 1905 “la piqueta fatal del progreso” lo desplazó a la hornacina derecha de la fachada de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen la Mayor, más conocida como del Cordón.

Estos hermanos habían levantado un nicho grande, en el que colocaron el cruceiro sobre un pedestal de piedra, con una pequeña varando y un farolito en el que ardía por las noches una vela de sebo. Este punto se convirtió en devoción de cientos de fieles que dejaban sus regalos colgados del cruceiro por los favores recibidos.

Otro de los milagros que cuentan los historiadores era como la zona y el nicho tenía perforaciones de balas ya que estaba en el límite de la ciudad que defendía el bando colorado contra los blancos, en la Guerra Grande que enfrentó a los dos partidos políticos por varias décadas. Sin embargo, el cruceiro jamás recibió ningún daño en estos enfrentamientos.

El segundo fue traído por los Fernández cuando se levantó el Cementerio Central y allí adquirieron una tumba para su familia que aún hoy tiene sobre ella la majestuosa pieza de roca esculpida en Pontevedra.

Los peregrinos, entre los que se encontraba la delegada de la Xunta de Galicia, Elvira Domínguez, continuaron la ruta hasta terminar en la plaza Galicia a orillas del Río de la Plata.

Asociación Uruguaya de Amigos del Camino de Santiago
En el mojón situado en la plaza de Galicia.

Allí está el mojón del Camino de Santiago que indica que el destino está a tan solo 9.909 kilómetros, donde la foto obligada con las banderas patrias de España, Galicia y Uruguay se hizo junto a la delegada.

La plaza tiene una significación especial para la colectividad ya que, además del busto a Rosalía de Castro que donó Casa de Galicia y los escudos de las cuatro provincias y de la autonomía que donó la Xunta de Galicia esculpidas por artesanos en tierra gallega, también está diseñada para ser un mirador a la mar que une las dos orillas que tanta morriña trae a los emigrantes y sus descendientes.

Y hablando justamente de esa morriña, el 5 de octubre un grupo de emigrantes se reunieron en el aeropuerto Internacional de Carrasco donde un avión les alejaría de la tierra de acogida por unos meses para disfrutar y encontrarse con su patria de la infancia.

Acompañados también por la delegada Domínguez, los abuelos y abuelas mostraban la emoción posando frente al cartel de despedida con el clásico “chau” de esta tierra.

Consultada por Espana Exterior, la representante del gobierno gallego afirmó que “para minimizar ese sentir del emigrante, esa morriña, la Xunta de Galicia tiene un programa que atiende a los mayores de 65 años para que puedan volver a la tierra. Ese programa es Reencontros con Galicia”.

Elvira Domínguez
La delegada de la Xunta despidió en el aeropuerto de Montevideo a los participantes en el programa Reencontros con Galicia.

En ese vuelo treinta emigrantes fueron despedidos en el aeropuerto, y los rostros con ojos mojados y caminar cansino, develaban que “muchos de ellos hacia sesenta años que habían partido de sus aldeas” y ahora iban a volverlas a ver.

Seguramente el relato que les harán a su familia en esta orilla del Atlántico cuando vuelvan en un par de meses, difiera mucho de las vivencias que habían tenido en sus infancias, pero el cariño por la tierra, la comida y el idioma, seguirá siendo el mismo.

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