Homenajean a ‘Juanito el Vasco’ en el Cerrito de la Victoria de Montevideo

Juan Sarasola llegó a Uruguay en 1964 como párroco y luego de dejar la vida religiosa desarrolló una amplia labor solidaria en el barrio del Cerrito

Nietos de Juan Sarasola durante el homenaje.

En la entrada de la Basílica del Cerrito de la Victoria, que domina la capital de Uruguay, fue descubierta una placa que homenajea a quien fuera su cura párroco en la década del sesenta del siglo pasado, el vasco Juan Sarasola, que en 1971 dejó los hábitos y se casó siendo un ejemplar vecino solidario y educador de la zona.

La iglesia del Cerrito, una basílica de construcción de ladrillo ubicada en la cumbre de la que fuera la sierra donde se sitió en 1811 a la ciudad española de Montevideo por el rebelde José Artigas, hoy héroe nacional de Uruguay, cuenta ahora en su frente con una placa que fue descubierta el pasado viernes cuando vecinos y familiares retiraron la bandera uruguaya y la ikurriña del País Vasco, para leer allí: “Al pie de la cumbre de históricas victorias brotan mensajes, canciones; Juventud Brazo Oriental. Homenaje de familiares y alumnos a Juan Sarasola, quien supo entendernos y sacar lo mejor de nosotros. 08/06/1936-31/07/2012”.

Es que Juan ‘Juanito el Vasco’ Sarasola llegó a Uruguay el 10 de marzo de 1964, radicándose y sirviendo a la Iglesia Católica primero como ecónomo y luego como cura párroco de la basílica del Cerrito de la Victoria, abandonando la vida religiosa en 1971 para casarse con Mirta con quien tuvo dos hijas.

Desarrolló el barrio del Cerrito

Sarasola y su esposa dirigieron un coro de sesenta niños del barrio y treinta guitarras, recorriendo escenarios barriales y presentándose inclusive en el mayor teatro del país, el Solís.

Fueron justamente esos niños de aquella época, hoy con más de medio centenar de años a cuesta, que deseaban dejar un recuerdo de Sarasola para las nuevas generaciones, quien junto a su esposa formaron grupos de música folklórica y popular en el barrio. Una de sus hijas, Cecilia, comentaba a La Diaria que “no sólo integraban esos grupos musicales de instrumentos y coros, sino que además convivieron con mi familia en una etapa política compleja del país. Se les fomentaba a estos niños y jóvenes la expresión por medio del arte, y eso fue algo que los marcó mucho en su desarrollo”.

Durante un tiempo pensaron en pedirle a la intendencia capitalina un espacio público y designarlo con el nombre de Sarasola, pero una de estas personas, que integra un coro, comenzó a concurrir a la iglesia del Cerrito de la Victoria y un día, casualmente, conversando con el actual cura párroco, le contó la historia de ‘Juanito el Vasco’ y planteó la idea de homenajearlo de alguna manera. Entonces, el cura actual ofreció un espacio en la explanada de la iglesia para colocar la placa.

Compromiso con la gente

Sarasola fue un párroco comprometido con sus vecinos, especialmente con los más carenciados y los que sufrían el contexto crítico de la sociedad uruguaya de aquellos años previos a la dictadura cívico militar que luego asolaría el país por más de una década.

Cuando abandonó el sacerdocio, ‘Juanito el Vasco’ pasó a vivir con su esposa Mirta, a unas cuadras más abajo de la iglesia y continúo con la misma labor solidaria, pero sin sotana.

A Mirta la había conocido porque dirigía el coro de niños y adolescentes que iban a cantar a la iglesia los domingos, pero además “se sentía acorralado por la concepción que tenía de su lugar en esa institución para con el resto de la sociedad” confiesa su hija Cecilia.

Agregó que ambos “tuvieron que ir al Penal de Libertad (donde estaban recluidos los presos políticos) o a Buenos Aires a llevar cosas a familiares. Fueron años bastante complejos y ellos ya sabían que estaban en riesgo”.

Sarasola nació en Itxasondo, en Guipúzcoa, y fue militante por la independencia del País Vasco. Viajaba regularmente a visitar su país natal, y falleció en 2012 en aquellas tierras. Fue integrante del Consejo Directivo de Euskal Herría de Uruguay y durante años enseñó euskera.

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